Benedicto XVI anima en Calabria a tener viva la piedad popular en torno a Maria a la luz de las enseñanza del Concilio Vaticano II. Hablando de San Bruno comenta: ¡la fe de los santos renueva el mundo!
Queridos hermanos y hermanas,
Mientras llegamos al término de nuestra celebración, nos dirigimos
con filial devoción a la Virgen María, a la que en este mes de octubre
veneramos en particular con el título de Reina del Santo Rosario. Sé que
hay muchos santuarios marianos presentes en esta tierra vuestra, y me
alegro de saber que aquí en Calabria está viva la piedad popular. Os
aliento a practicarla constantemente a la luz de las enseñanzas del
Concilio Vaticano II, de la Sede Apostólica y de vuestros Pastores.
Confío a María con afecto vuestra comunidad diocesana, para que camine
unida en la fe, en la esperanza y en la caridad. Que os ayude la Madre
de la Iglesia a tener siempre en el corazón la comunión eclesial y el
compromiso misionero. Que sostenga a los sacerdotes en su ministerio,
ayude a los padres y a los maestros en su tarea educativa, consuele a
los enfermos y a los que sufren, conserve a los jóvenes un alma pura y
generosa. Invoquemos la intercesión de María también para los problemas
sociales más graves de este territorio y de toda la Calabria,
especialmente los del trabajo, de la juventud y del cuidado de las
personas discapacitadas, que requieren creciente atención por parte de
todos, en particular de las Instituciones. En comunión con vuestros
obispos, os exhorto en particular a vosotros, fieles laicos, a que no
falte la contribución de vuestra competencia y responsabilidad en la
construcción del bien común.
Como sabéis, hoy por la tarde me dirigiré a Serra San Bruno para
visitar la Cartuja. San Bruno vino a esta tierra hace nueve siglos, y
dejó un signo profundo, con la fuerza de su fe. ¡La fe de los santos
renueva el mundo! Con la misma fe, también vosotros, renovad hoy a
vuestra amada Calabria!