Discurso - Ceremonia de despedida en el aeropuerto de Lah. Viaje Apostólico a Alemania.
En el último discurso Apostólico a Alemania, Benedicto XVI se ha mostrado agradecido por todos los encuentros que ha tenidos. Anima "a la Iglesia en
Alemania a seguir con fuerza y confianza el camino de la fe, que hace
volver a las personas a las raíces, al núcleo esencial de la Buena
Noticia de Cristo". Concluye con el lema de este viaje: "Donde está Dios, allí hay futuro. Donde Dios está presente, allí hay
esperanza y allí se abren nuevas prospectivas y con frecuencia
insospechadas, que van más allá del hoy y de las cosas efímeras".
Señor Presidente Federal,
Distinguidos Representantes del Gobierno Federal,
del Land Baden Württemberg y de los ayuntamientos,
Queridos Hermanos en el Episcopado,
Distinguidos señores y señoras
Antes de dejar Alemania, quiero dar las gracias por los días pasados en mi patria, tan conmovedores y ricos de acontecimientos.
Le agradezco, Señor Presidente Federal Wulff, su acogida en Berlín en
nombre del pueblo alemán y que ahora, en el momento de la despedida, me
haya honrado de nuevo con sus amables palabras. Doy las gracias a los
Representantes del Gobierno Federal y de los Gobiernos de los Länder que
han venido a la ceremonia de despedida. Un gracias de corazón al
Arzobispo de Friburgo, Mons. Zollitsch, que me ha acompañado durante
todo el viaje. Hago, naturalmente, extensible también mi agradecimiento
al Arzobispo de Berlín, Mons. Woelki, y al Obispo de Erfurt, Mons.
Wanke, que me han mostrado igualmente su hospitalidad, sin olvidar a
todo el Episcopado alemán. Por último, dirijo un especial agradecimiento
a todos los que han preparado entre bastidores estos cuatro días,
asegurando su desarrollo sin inconvenientes: a las instituciones
municipales, a las fuerzas del orden, a los servicios sanitarios, a los
responsables de los transportes públicos y también a los numerosos
voluntarios. Doy las gracias a todos por estos días espléndidos, por
tantos encuentros personales y por las incontables muestras de atención y
afecto con que me han colmado.
En Berlín, la capital federal, tuve una ocasión especial de hablar ante los parlamentarios del Deutscher Bundestag y
exponerles algunas reflexiones sobres los fundamentos intelectuales del
Estado. Pienso también con gozo en los fructuosos coloquios con el
Presidente Federal y la Señora Canciller sobre la situación actual del
pueblo alemán y de la comunidad internacional. Me ha emocionado
particularmente la acogida cordial y el entusiasmo de tantas personas en
Berlín.
En el País de la Reforma, el ecumenismo ha sido naturalmente uno de
los puntos centrales del viaje. Quisiera resaltar aquí el encuentro con
los representantes de la "Iglesia Evangélica en Alemania" en el que fue
convento agustino, en Erfurt. Estoy profundamente agradecido por el
intercambio fraterno y la oración común. Ha sido muy especial también el
encuentro con los cristianos ortodoxos y ortodoxos orientales, así como
con los judíos y los musulmanes.
Obviamente, esta visita estaba dirigida en manera especial a los
católicos de Berlín, Erfurt, Eichsfeld y Friburgo. Recuerdo con agrado
las celebraciones litúrgicas comunes, la alegría, el escuchar juntos la
Palabra de Dios y el rezar unidos, particularmente en las zonas del País
donde por decenios se ha intentado eliminar la religión de la vida de
las gentes. Esto me permite tener confianza en el futuro del
cristianismo en Alemania. Como en las visitas precedentes, aquí se ha
podido experimentar que muchos dan testimonio de su fe y hacen visible
su fuerza transformadora en el mundo de hoy.
Me ha alegrado mucho también, tras la impresionante Jornada Mundial
de la Juventud en Madrid, estar de nuevo en Friburgo, con tantos
jóvenes, en la vigilia de la juventud de ayer. Animo a la Iglesia en
Alemania a seguir con fuerza y confianza el camino de la fe, que hace
volver a las personas a las raíces, al núcleo esencial de la Buena
Noticia de Cristo. Surgirán pequeñas comunidades de creyentes, y ya
existen, que con el propio entusiasmo difundan rayos de luz en la
sociedad pluralista, suscitando en otros la inquietud de buscar la luz
que da la vida en abundancia. "Nada hay más bello que conocerlo y
comunicar a los otros la amistad con él" (Homilía en el inicio solemne del Pontificado,
24 de abril de 2005). De esta experiencia crece al final la certeza:
"Donde está Dios, allí hay futuro". Donde Dios está presente, allí hay
esperanza y allí se abren nuevas prospectivas y con frecuencia
insospechadas, que van más allá del hoy y de las cosas efímeras. En este
sentido acompaño, con el pensamiento y la oración, el camino de la
Iglesia en Alemania.
Regreso ahora a Roma con muchas experiencias y recuerdos de estos
días en mi patria profundamente grabados. A la vez que aseguro mi
oración por todos ustedes y por un buen futuro para nuestro País en paz y
libertad, me despido con un cordial "Vergelt’s gott" [Dios se lo pague]. Que Dios les bendiga a todos.
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