"San Juan Crisóstomo se preocupa de acompañar con sus escritos el desarrollo
integral de la persona, en sus dimensiones física, intelectual y religiosa.
Compara las diversas etapas del crecimiento a otros tantos mares de un inmenso
océano: "El primero de estos mares es la infancia" (Homilía 81, 5
sobre el evangelio de san Mateo). En efecto "precisamente en esta primera
edad se manifiestan las inclinaciones al vicio y a la virtud". Por eso, la ley
de Dios debe imprimirse desde el principio en el alma "como en una tablilla de
cera" (Homilía 3, 1 sobre el evangelio de san Juan): de hecho
esta es la edad más importante. Debemos tener presente cuán fundamental es que
en esta primera etapa de la vida entren realmente en el hombre las grandes
orientaciones que dan la perspectiva correcta a la existencia. Por ello, san
Juan Crisóstomo recomienda: "Desde la más tierna edad proporcionad a los niños
armas espirituales y enseñadles a persignarse la frente con la mano" (Homilía
12, 7 sobre la primera carta a los Corintios)".
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