Texto
1 A los tres días, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. 2 Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
3 Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino».
4 Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
5 Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
6 Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. 7 Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron.
9 El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo 10 y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
11 Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Comentarios
(...) un episodio narrado por Juan, testigo ocular del hecho. Este episodio ha sido colocado en este domingo que sigue inmediatamente al tiempo de Navidad porque, junto con la visita de los Magos de Oriente y con el Bautismo de Jesús, forma la trilogía de la Epifanía, o sea la manifestación de Cristo. Aquello de las bodas de Caná es en efecto «el inicio de los signos de Jesús» (Jn, 2, 11), o sea el primer milagro cumplido por Jesús, con el cual Él manifestó en público su gloria, suscitando la fe de sus discípulos. Recordamos brevemente lo que ocurrió durante esa fiesta de las bodas en Caná de Galilea. Sucedió que hizo falta el vino, y María, la Madre de Jesús, lo hizo notar a su Hijo. Él le responde que aún no había llegado su hora; pero después, con la insistencia de María, llenadas de agua seis grandes ánforas , transformó el agua en vino, un vino excelente, mejor que el precedente. Con este “signo”, Jesús se revela como el esposo mesiánico, venido a establecer con su pueblo la nueva y eterna Alianza, según las palabras de los profetas: “Como se alegra el esposo con la esposa así se alegrará tu Dios contigo”. Y el vino es símbolo de esta alegría del amor; pero esto alude también a la sangre, que Jesús, derramará al final para sellar su pacto nupcial con la humanidad.
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