Abbá


Jesús llama a Dios «Abbá». Y esto significa – como ellos añaden – «Padre». Pero no de la manera en que se usa habitualmente la palabra «padre», sino como expresión del lenguaje de los niños, una palabra afectuosa con la cual no se osaba dirigirse a Dios. Es el lenguaje de quien es verdaderamente «niño», Hijo del Padre, de aquel que se encuentra en comunión con Dios, en la más profunda unidad con él.


Los tres testimonios han conservado —como se puede constatar en la Sagrada Escritura— la palabra hebrea o aramea con la que el Señor habló al Padre; lo llamó: «Abbá», padre. Pero esta fórmula, «Abbá», es una forma familiar del término padre, una forma que sólo se usa en familia, que nunca se había usado refiriéndose a Dios. Aquí vemos la intimidad de Jesús, que habla en familia, habla verdaderamente como Hijo con el Padre. Vemos el misterio trinitario: el Hijo que habla con el Padre y redime a la humanidad.

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