Mensaje - Jornada Mundial de la Alimentación - " Las cooperativas agrícolas alimentan al mundo"
Tema: Cooperativas, Subsidiariedad, Solidaridad, Jornada Mundial de la Alimentación
En efecto, garantizar la liberación del hambre significa ser conscientes de
que la actividad de las instituciones y la aportación de hombres y mujeres
comprometidos pueden alcanzar resultados adecuados sólo mediante acciones y
estructuras inspiradas en la solidaridad y orientadas a la participación. En
este sentido, las cooperativas agrícolas son un ejemplo concreto, puesto que
están llamadas a realizar no sólo adecuados niveles productivos y de
distribución, sino también un crecimiento más general de las áreas rurales y de
las comunidades que viven en ellas.
Al señor José Graziano da Silva
Director general de la FAO.
Director general de la FAO.
1. Este año el Día mundial de la alimentación se celebra mientras los efectos
de la crisis económica golpean cada vez más las necesidades primarias, incluido
el derecho fundamental de toda persona a una nutrición suficiente y sana,
agravando especialmente la situación de cuantos viven en condiciones de pobreza
y subdesarrollo. Se trata de un contexto análogo al que inspiró la institución
de la FAO y que exhorta a las instituciones nacionales e internacionales al
compromiso de liberar a la humanidad del hambre a través del desarrollo agrícola
y el crecimiento de las comunidades rurales. En efecto, sobre la desnutrición
pesan un gradual desinterés y una excesiva competitividad que amenazan con hacer
olvidar que sólo las soluciones comunes y compartidas pueden dar respuesta
adecuada a las expectativas de personas y pueblos.
Por tanto, me congratulo de manera particular por la elección de dedicar esta
Jornada a la reflexión sobre el tema: «Las cooperativas agrícolas alimentan al
mundo». No sólo se trata de apoyar a las cooperativas como expresión de una
diversa forma de organización económica y social, sino también de considerarlas
un verdadero instrumento de la acción internacional. En efecto, la experiencia
realizada en numerosos países muestra que las cooperativas, además de impulsar
el trabajo agrícola, son un modo de consentir que los agricultores y las
poblaciones rurales intervengan en los momentos decisorios y al mismo tiempo un
instrumento eficaz para realizar el desarrollo integral cuyo fundamento y fin es
la persona.
En efecto, garantizar la liberación del hambre significa ser conscientes de
que la actividad de las instituciones y la aportación de hombres y mujeres
comprometidos pueden alcanzar resultados adecuados sólo mediante acciones y
estructuras inspiradas en la solidaridad y orientadas a la participación. En
este sentido, las cooperativas agrícolas son un ejemplo concreto, puesto que
están llamadas a realizar no sólo adecuados niveles productivos y de
distribución, sino también un crecimiento más general de las áreas rurales y de
las comunidades que viven en ellas.
2. La cooperación, en su significado más profundo, indica la exigencia de la
persona de asociarse para conquistar, junto con los demás, nuevas metas en el
ámbito social, económico, cultural y religioso. Se trata de una realidad
dinámica y variopinta, llamada no sólo a dar respuestas a exigencias inmediatas
y materiales, sino también a contribuir a la prospectiva de cada comunidad.
Dando la debida prioridad a la dimensión humana, las cooperativas pueden
superar el perfil exclusivamente técnico del trabajo agrícola, revalorizan su
centralidad en la actividad económica y así favorecen respuestas adecuadas a las
reales necesidades locales. Se trata de una visión alternativa a la determinada
por medidas internas e internacionales, que parecen tener como único objetivo el
provecho, la defensa de los mercados, el uso no alimentario de los productos
agrícolas y la introducción de nuevas técnicas de producción sin la precaución
necesaria.
Ante una demanda de alimentos cada vez más amplia, que necesariamente conjuga
calidad y cantidad de los alimentos, el trabajo de las cooperativas agrícolas
puede representar algo más que una simple aspiración, mostrando en concreto un
modo posible de satisfacer la demanda de una población mundial también en
crecimiento. Asimismo, su presencia cada vez más consolidada puede poner fin a
las tendencias especulativas que ya abarcan incluso los géneros de primera
necesidad destinados a la alimentación humana, y frenar el acaparamiento de las
áreas cultivables que en diversas regiones obligan a los campesinos a abandonar
sus tierras, puesto que individualmente no tienen ninguna posibilidad de hacer
valer sus derechos.
3. La Iglesia católica, como es sabido, considera también el trabajo y la
empresa cooperativa como modos de vivir la experiencia de unidad y solidaridad
capaz de superar las diferencias e incluso los conflictos sociales entre las
personas y entre los diversos grupos. Por eso, con su enseñanza y su acción, ha
sostenido siempre el modelo de las cooperativas porque está convencida de que su
actividad no se limita a la sola dimensión económica, sino que contribuye al
crecimiento humano, social, cultural y moral de cuantos forman parte de ella y
de la comunidad en las que están insertadas.
Las cooperativas son una expresión concreta no de una complementariedad
estéril, sino de una verdadera subsidiariedad; un principio que la doctrina
social de la Iglesia pone como fundamento de una correcta relación entre la
persona, la sociedad y las instituciones. En efecto, la subsidiariedad garantiza
la capacidad y la aportación original de la persona, preservando sus
aspiraciones en la dimensión espiritual y material y teniendo en justa
consideración la promoción del bien común y la tutela de los derechos de la
persona.
Observando las situaciones donde conflictos o desastres naturales limitan el
trabajo agrícola, hay que dirigir un pensamiento particular al papel
insustituible de la mujer, a menudo llamada a guiar la actividad de las
cooperativas, a mantener los vínculos familiares y a custodiar los valiosos
elementos de conocimiento y técnica propios del mundo rural.
En un mundo en búsqueda de intervenciones apropiadas para superar las
dificultades derivadas de la crisis económica y dar a la globalización un
significado auténticamente humano, la experiencia de las cooperativas representa
bien el nuevo tipo de economía al servicio de la persona, es decir, capaz de
favorecer formas de participación y gratuidad que son el fruto, respectivamente,
de la solidaridad y de la fraternidad (cf.
Caritas in veritate, 39). Para
ello es indispensable que los poderes públicos operantes a nivel nacional e
internacional predispongan los medios legislativos necesarios a fin de que en
las zonas rurales las cooperativas puedan ser instrumentos eficaces para la
producción agrícola, la seguridad alimentaria, el cambio social y una mejora más
amplia de las condiciones de vida. En tal contexto nuevo es de desear que las
jóvenes generaciones puedan mirar con renovada confianza al futuro, manteniendo
los vínculos con el trabajo del campo, el mundo rural y sus valores
tradicionales.
Al renovar la atención de la Iglesia y el compromiso de sus instituciones
para que la humanidad verdaderamente pueda liberarse del hambre, sobre usted,
señor director general, sobre los representantes de las naciones acreditados
ante la FAO y sobre cuantos trabajan en la Organización y contribuyen a la
consecución de sus finalidades, invoco abundantes bendiciones de Dios
omnipotente.
Vaticano, 16 de octubre de 2012
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