"Hoy nos presenta una muy
singular, la de un leproso sanado (cf. Mc 1, 40-45), que se acercó a
Jesús y, de rodillas, le suplicó: "Si quieres, puedes limpiarme"...
... En el sacramento de la Penitencia Cristo crucificado y resucitado, mediante sus
ministros, nos purifica con su misericordia infinita, nos restituye la comunión
con el Padre celestial y con los hermanos, y nos da su amor, su alegría y su
paz".
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