tag:blogger.com,1999:blog-56738141739963646832024-03-13T14:28:04.401+01:00La fe explicada por Benedicto XVIIdeas destacadas de la predicación de Benedicto XVI
(19 de abril de 2005 - 28 de febrero de 2013)Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.comBlogger938125tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-65305705245434760542023-12-03T11:48:00.009+01:002023-12-03T11:48:49.299+01:00I Domingo de Adviento (Ciclo B): El mensaje espiritual del Adviento y la figura de San Lorenzo (Homilía, 30 de noviembre de 2008)<p>Homilía con ocasión de la visita pastoral a la basílica de San Lorenzo extramuros con ocasión del 1750 aniversario del martirio del santo diácono.<br /><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiDLmCBTaaMa2DSHpzr68eMoOEnjLqg411AIhUApAdvDpPgy140MI8rvYRukQgNlU-Yz3wznOeH14wSGOIHNVGykGLv8sO2IGmEJ0t4mvv0eU1Fl97O7URMh_NV-4Q4GMcY5-dWh4dWYJNe_jEBMpOcQlVDsxzgfddUnSJ0t21824AVUimWOa1zhyphenhyphenCbGXg/s1200/basilica_di_san_lorenzo_-_interno%20(1).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="798" data-original-width="1200" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiDLmCBTaaMa2DSHpzr68eMoOEnjLqg411AIhUApAdvDpPgy140MI8rvYRukQgNlU-Yz3wznOeH14wSGOIHNVGykGLv8sO2IGmEJ0t4mvv0eU1Fl97O7URMh_NV-4Q4GMcY5-dWh4dWYJNe_jEBMpOcQlVDsxzgfddUnSJ0t21824AVUimWOa1zhyphenhyphenCbGXg/s320/basilica_di_san_lorenzo_-_interno%20(1).jpg" width="320" /></a></div><p></p><div><br /></div><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;"><i style="font-size: 14.6667px;">Queridos hermanos y hermanas:</i></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Con este<b> primer domingo de Adviento </b>entramos en el tiempo de cuatro semanas con que inicia<b><span style="color: red;"> un nuevo año litúrgico </span></b>y que nos prepara inmediatamente para la fiesta de la Navidad, memoria de la encarnación de Cristo en la historia. Pero <b><span style="color: red;">el mensaje espiritual de Adviento</span></b> es más profundo y ya nos proyecta hacia la vuelta gloriosa del Señor, al final de nuestra historia. <b><i>Adventus</i> es palabra latina que podría traducirse por "llegada", "venida", "presencia"</b>. En el lenguaje del mundo antiguo era un término técnico que indicaba la llegada de un funcionario, en particular la visita de reyes o emperadores a las provincias, pero también podía utilizarse para la aparición de una divinidad, que salía de su morada oculta y así manifestaba su poder divino: su presencia se celebraba solemnemente en el culto.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;"><b>Los cristianos, al adoptar el término "Adviento", quisieron expresar la relación especial que los unía a Cristo crucificado y resucitado</b>. Él es el Rey que, al entrar en esta pobre provincia llamada tierra, nos ha hecho el don de su visita y, después de su resurrección y ascensión al cielo, ha querido permanecer siempre con nosotros: percibimos su misteriosa presencia en la asamblea litúrgica.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">En efecto, al celebrar la Eucaristía, proclamamos que él no se ha retirado del mundo y no nos ha dejado solos, y, aunque no lo podamos ver y tocar como sucede con las realidades materiales y sensibles, siempre está <i>con</i> nosotros y <i>entre</i> nosotros; más aún, está <i>en </i>nosotros, porque puede atraer a sí y comunicar su vida a todo creyente que le abra el corazón. Por tanto, <b>Adviento significa hacer memoria de la primera venida del Señor en la carne, pensando ya en su vuelta definitiva; y, al mismo tiempo, significa reconocer que Cristo presente en medio de nosotros se hace nuestro compañero de viaje en la vida de la Iglesia, que celebra su misterio</b>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Esta certeza, queridos hermanos y hermanas, alimentada por la escucha de la Palabra de Dios, debería ayudarnos a ver el mundo de una manera diversa, a interpretar cada uno de los acontecimientos de la vida y de la historia como palabras que Dios nos dirige, como signos de su amor que nos garantizan su cercanía en todas las situaciones; en particular, esta certeza debería prepararnos para acogerlo cuando <i><span style="color: #7f6000;">"de nuevo venga con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin"</span></i>, como repetiremos dentro de poco en el <i><span style="color: #7f6000;">Credo</span></i>. En esta perspectiva, el Adviento es para todos los cristianos <b>un tiempo de espera y de esperanza, un tiempo privilegiado de escucha y de reflexión</b>, con tal de que se dejen guiar por la liturgia, que invita a salir al encuentro del Señor que viene.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;"><b><span style="color: red;">"¡Ven, Señor Jesús!"</span></b>: esta ferviente invocación de la comunidad cristiana de los orígenes debe ser también, queridos amigos, nuestra aspiración constante, la aspiración de la Iglesia de todas las épocas, que anhela y se prepara para el encuentro con su Señor. "¡Ven hoy, Señor!"; ilumínanos, danos la paz, ayúdanos a vencer la violencia. ¡Ven, Señor! rezamos precisamente en estas semanas. <span style="color: #660000;"><i>"Señor, ¡que brille tu rostro y nos salve!"</i></span>: hemos rezado así, hace unos instantes, con las palabras del salmo responsorial. Y el profeta Isaías, en la primera lectura, nos ha revelado que <b>el rostro de nuestro Salvador es el de un padre tierno y misericordioso,</b> que cuida de nosotros en todas las circunstancias, porque somos obra de sus manos: <i><span style="color: #660000;">"Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es "Nuestro redentor"" (Is 63,16)</span></i>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Nuestro Dios es un padre dispuesto a perdonar a los pecadores arrepentidos y a acoger a los que confían en su misericordia (<i><span style="color: #660000;">cf. Is 64, 4</span></i>). Nos habíamos alejado de él a causa del pecado, cayendo bajo el dominio de la muerte, pero él ha tenido piedad de nosotros y por su iniciativa, sin ningún mérito de nuestra parte, decidió salir a nuestro encuentro, enviando a su Hijo único como nuestro Redentor. Ante un misterio de amor tan grande brota espontáneamente nuestro agradecimiento, y nuestra invocación se hace más confiada: <i><span style="color: #660000;">"Muéstranos, Señor, hoy, en nuestro tiempo, en todas las partes del mundo, tu misericordia; haz que sintamos tu presencia y danos tu salvación" (cf. Aleluya)</span></i>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Queridos hermanos y hermanas, el pensamiento de la presencia de Cristo y de su venida cierta al final de los tiempos es muy significativo en vuestra basílica, junto al monumental cementerio del Verano, donde descansan, en espera de la resurrección, muchos de nuestros queridos difuntos. ¡Cuántas veces, en este templo, se celebran liturgias fúnebres! ¡Cuántas veces resuenan, llenas de consuelo, las palabras de la liturgia: <i><span style="color: #783f04;">"En Cristo, tu Hijo, nuestro salvador, brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección, y aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad"! (cf. Prefacio de difuntos, I)</span></i>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Pero vuestra monumental basílica, que nos lleva a pensar en la primitiva, que el emperador<span style="color: #38761d;"> Constantino</span> mandó construir y que después se transformó hasta asumir su fisonomía actual, habla sobre todo del <b><span style="color: red;">glorioso martirio de san Lorenzo</span></b>, <b>archidiácono del Papa san Sixto II y su fiduciario en la administración de los bienes de la comunidad.</b> Hoy he venido a celebrar la santa Eucaristía para unirme a vosotros al rendirle homenaje en una circunstancia muy singular, con ocasión del Año jubilar laurentino, proclamado para conmemorar el 1750° aniversario del nacimiento al cielo del santo diácono.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">La historia nos confirma cuán glorioso es el nombre de este santo, ante cuyo sepulcro estamos reunidos. Su <b>solicitud por los pobres, el generoso servicio que prestó a la Iglesia de Roma</b> en el ámbito de la ayuda y de la caridad, y su fidelidad al Papa, que lo impulsó a querer seguirlo en la suprema prueba del martirio y el testimonio heroico de la sangre, que dio sólo pocos días después, son hechos universalmente conocidos.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;"><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/02/san-leon-magno-audiencia-5-de-marzo-de.html" target="_blank">San León Magno</a>, en una hermosa homilía, comenta así el atroz martirio de este <i><span style="color: #274e13;">"ilustre héroe": "Las llamas no pudieron vencer la caridad de Cristo; y el fuego que lo quemaba por fuera era más débil del que ardía dentro de él". Y añade: "El Señor quiso exaltar hasta tal punto su nombre glorioso en todo el mundo que, desde Oriente hasta Occidente, en el resplandor vivísimo de la luz irradiada por los más grandes diáconos, la misma gloria que recibió Jerusalén por Esteban tocó también a Roma por los méritos de Lorenzo" (Homilía 85, 4: PL 54, 486)</span></i>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Este año se conmemora el 50° aniversario de la muerte del siervo de Dios <b><span style="color: #274e13;">Papa Pío XII</span></b> y esto nos trae a la memoria un acontecimiento particularmente dramático en la historia plurisecular de vuestra basílica, que tuvo lugar durante la segunda guerra mundial, cuando, exactamente<b> el 19 de julio de 1943</b>, <b>un violento bombardeo causó gravísimos daños al edificio y a todo el barrio, sembrando muerte y destrucción.</b> Jamás podrá borrarse de la memoria de la historia el gesto generoso realizado en aquella ocasión por mi venerado predecesor, que corrió inmediatamente a socorrer y consolar a la población duramente afectada, entre los escombros aún humeantes.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Además, no olvido que esta misma basílica conserva <b>las urnas de otras dos grandes personalidades</b>; en efecto, en el hipogeo están expuestos a la veneración de los fieles los restos mortales del <b><span style="color: #274e13;">beato Pío IX</span></b>, mientras que en el atrio se halla la tumba de<span style="color: #274e13;"> Alcide De Gasperi</span>, guía sabio y equilibrado de Italia en los difíciles años de la reconstrucción posbélica y, al mismo tiempo, insigne estadista capaz de mirar a Europa con una amplia visión cristiana.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Mientras nos hallamos reunidos aquí en oración, me complace saludaros con afecto a todos vosotros, en particular al cardenal vicario, al monseñor vicegerente, que es también abad comendatario de la basílica, al obispo auxiliar del sector norte y a vuestro párroco, padre Bruno Mustacchio, al que agradezco las amables palabras que me ha dirigido al inicio de la celebración litúrgica.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14.6667px;">Saludo al ministro general de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos y a los hermanos de la comunidad que prestan su servicio con celo y dedicación, acogiendo a los numerosos peregrinos, ayudando con caridad a los pobres y testimoniando la esperanza en Cristo resucitado a quienes van a visitar el cementerio del Verano. Os aseguro mi aprecio y, sobre todo, mi recuerdo en la oración.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14.6667px;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14.6667px;">Saludo, asimismo, a los diversos grupos comprometidos en la animación de la catequesis, de la liturgia y de la caridad; a los miembros de los dos coros polifónicos; y a la Tercera Orden Franciscana local y regional. También me ha complacido saber que desde hace algunos años se encuentra aquí el "laboratorio misionero diocesano" para formar a las comunidades parroquiales en la conciencia misionera, y me uno de buen grado a vosotros deseando que esta iniciativa de nuestra diócesis contribuya a suscitar una valiente acción pastoral misionera, que lleve el anuncio del amor misericordioso de Dios a todos los rincones de Roma, implicando principalmente a los jóvenes y a las familias.</span></div><p></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Por último, extiendo mi saludo a los habitantes del barrio, especialmente a los ancianos, a los enfermos, a las personas solas y en dificultades. Los recuerdo a todos y cada uno en esta santa misa.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Queridos hermanos y hermanas, en este inicio del Adviento, <b>el mejor mensaje que recibimos de san Lorenzo es el de <span style="color: red;">la santidad</span></b>. Nos repite que la santidad, es decir, el salir al encuentro de Cristo que viene continuamente a visitarnos, no pasa de moda; más aún, con el paso del tiempo resplandece de modo luminoso y manifiesta la perenne tensión del hombre hacia Dios. Por tanto, que esta celebración jubilar sea para vuestra comunidad parroquial ocasión para renovar vuestra adhesión a Cristo, para profundizar aún más vuestro sentido de pertenencia a su Cuerpo místico, que es la Iglesia, y para vivir un compromiso constante de evangelización a través de la caridad. Que san Lorenzo, testigo heroico de Cristo crucificado y resucitado, sea para cada uno ejemplo de dócil adhesión a la voluntad divina, a fin de que, como el apóstol san Pablo recordaba a los Corintios, también nosotros vivamos de modo que seamos <i><span style="color: #660000;">"irreprensibles"</span></i> en el día del Señor (<span style="color: #660000;"><i>cf. 1 Co 1, 7-9</i></span>).</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Prepararnos para la venida de Cristo es también la exhortación que nos dirige el evangelio de hoy:<b><span style="color: #660000;"> "¡Velad!"</span></b>, nos dice Jesús en la breve parábola del dueño de casa que se va de viaje y no se sabe cuándo volverá (<i><span style="color: #660000;">cf. Mc 13, 33-37</span></i>). <b>Velar significa seguir al Señor, elegir lo que Cristo eligió, amar lo que él amó, conformar la propia vida a la suya. Velar implica pasar cada instante de nuestro tiempo en el horizonte de su amor, sin dejarse abatir por las dificultades inevitables y los problemas diarios</b>. Así hizo san Lorenzo y así debemos hacer nosotros. Pidamos al Señor que nos conceda su gracia, para que el Adviento sea para todos un estímulo a caminar en esta dirección. Que nos guíen y nos acompañen con su intercesión María, la humilde Virgen de Nazaret, elegida por Dios para ser la Madre del Redentor; <a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/02/andres-el-protoclito.html" target="_blank">san Andrés</a>, cuya fiesta celebramos hoy; y san Lorenzo, ejemplo de intrépida fidelidad cristiana hasta el martirio. Amén.</p><span><a name='more'></a></span><span><!--more--></span><span><!--more--></span>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-29670659180520415862023-11-28T20:56:00.003+01:002023-12-03T11:21:36.539+01:00I Domingo de Adviento (Ciclo C): El año litúrgico (Ángelus, 29 de noviembre de 2009)<p>El nuevo año litúrgico desde la perspectiva de Dios y desde la perspectiva del hombre.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKDqcrrewOOVB2UnByzKvI9p-Vk4-OXqak6mbvXsviHDjtrtMwR1sLBnLVnllB1Iu5hh2gSpPDE2QthAn_gUZVAZ27o3giXdQjzOHaIByM2BOLYLP-LX6D-ePsAXbAWQAlgVyBZFi8ugzAh4IcktEb2O1uvKxaHQCtJ2sskUtEsH3wIvw4A_UH9A6YHsgM/s276/Benedicto%20XVI%20adviento.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="276" data-original-width="180" height="276" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKDqcrrewOOVB2UnByzKvI9p-Vk4-OXqak6mbvXsviHDjtrtMwR1sLBnLVnllB1Iu5hh2gSpPDE2QthAn_gUZVAZ27o3giXdQjzOHaIByM2BOLYLP-LX6D-ePsAXbAWQAlgVyBZFi8ugzAh4IcktEb2O1uvKxaHQCtJ2sskUtEsH3wIvw4A_UH9A6YHsgM/s1600/Benedicto%20XVI%20adviento.jpeg" width="180" /></a></div><br /><span><a name='more'></a></span><p><i style="font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Queridos hermanos y hermanas:</i></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Este domingo iniciamos, por gracia de Dios, <b>un nuevo Año litúrgico</b>, que se abre naturalmente con el <a href="http://www.vatican.va/liturgical_year/advent/2009/index_sp.html" style="color: #663300;">Adviento</a>, tiempo de preparación para el nacimiento del Señor. El <a href="http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/index_sp.htm" style="color: #663300;">concilio Vaticano II</a>, en la constitución sobre la liturgia, afirma que la Iglesia <span style="color: #783f04;"><i>"en el ciclo del año desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, el día de Pentecostés y la expectativa de la feliz esperanza y venida del Señor"</i></span>. De esta manera, <i><span style="color: #783f04;">"al conmemorar los misterios de la Redención, abre la riqueza del poder santificador y de los méritos de su Señor, de modo que se los hace presentes en cierto modo, durante todo tiempo, a los fieles para que los alcancen y se llenen de la gracia de la salvación"</span></i> (<i><a href="http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19631204_sacrosanctum-concilium_sp.html" style="color: #663300;">Sacrosanctum Concilium</a></i>, 102). El Concilio insiste en que el centro de la liturgia es Cristo, como el sol en torno al cual, al estilo de los planetas, giran la santísima Virgen María —la más cercana— y luego los mártires y los demás santos que <i><span style="color: #783f04;">"cantan la perfecta alabanza a Dios en el cielo e interceden por nosotros" (ib., 104)</span></i>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Esta es la realidad del Año litúrgico vista, por decirlo así,<b> "desde la perspectiva de Dios".</b> <b>Y, desde la perspectiva del hombre, de la historia y de la sociedad,<span style="color: red;"> ¿qué importancia puede tener?</span></b> <b>La respuesta nos la sugiere precisamente el camino del Adviento</b>, que hoy emprendemos. El mundo contemporáneo necesita sobre todo esperanza: la necesitan los pueblos en vías de desarrollo, pero también los económicamente desarrollados. Cada vez caemos más en la cuenta de que nos encontramos en una misma barca y debemos salvarnos todos juntos. Sobre todo al ver derrumbarse tantas falsas seguridades, <b>nos damos cuenta de que necesitamos una esperanza fiable, y esta sólo se encuentra en Cristo</b>, quien, como dice la <i>Carta a los Hebreos, <span style="color: #660000;">"es el mismo ayer, hoy y siempre" (Hb 13, 8)</span></i>. El Señor Jesús vino en el pasado, viene en el presente y vendrá en el futuro. Abraza todas las dimensiones del tiempo, porque ha muerto y resucitado, es "el Viviente" y, compartiendo nuestra precariedad humana, permanece para siempre y nos ofrece la estabilidad misma de Dios. Es "carne" como nosotros y es "roca" como Dios. Quien anhela la libertad, la justicia y la paz puede cobrar ánimo y levantar la cabeza, porque se acerca la liberación en Cristo (<i><span style="color: #660000;">cf. Lc 21, 28</span></i>), como leemos en el Evangelio de hoy. Así pues, podemos afirmar que Jesucristo no sólo atañe a los cristianos, o sólo a los creyentes, sino a todos los hombres, porque él, que <b>es el centro de la fe, es también el fundamento de la esperanza</b>. Y todo ser humano necesita constantemente la esperanza.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Queridos hermanos y hermanas, <b>la Virgen María encarna plenamente la humanidad que vive en la esperanza basada en la fe en el Dios vivo</b>. Ella es la Virgen del Adviento: está bien arraigada en el presente, en el "hoy" de la salvación; en su corazón recoge todas las promesas pasadas y se proyecta al cumplimiento futuro. Sigamos su ejemplo, para entrar de verdad en este tiempo de gracia y acoger, con alegría y responsabilidad, la venida de Dios a nuestra historia personal y social.</p>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-87751855004707436562023-11-17T16:35:00.003+01:002023-11-17T16:35:53.390+01:00XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A): Los talentos son los dones que hemos recibido de Dios (Ángelus, 16 de noviembre de 2008)<p>Hemos recibido de Dios unos dones que son un auténtico tesoro. El miedo es una actitud equivocada. Los dones son para compartirlos, repartirlos y hacerlos fructificar.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKdl2ZnOVx5WyaiJNg70jfYuHRWFL-lBUqI42Kq-jTv15w332TpBM_MZyuVBZ5Nwu_ztnRpj0k9RB01GBDpjZ9m-PYcxowbFMeSmTA1nNg0WeOFV3OX-3Mx8sgfSZYBVouhYnGEmfkxF4RWKsL0zTARArUo-K37jEYxOmsQjax2mxGgOZNDn_j8ndMREjQ/s768/talentos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="432" data-original-width="768" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKdl2ZnOVx5WyaiJNg70jfYuHRWFL-lBUqI42Kq-jTv15w332TpBM_MZyuVBZ5Nwu_ztnRpj0k9RB01GBDpjZ9m-PYcxowbFMeSmTA1nNg0WeOFV3OX-3Mx8sgfSZYBVouhYnGEmfkxF4RWKsL0zTARArUo-K37jEYxOmsQjax2mxGgOZNDn_j8ndMREjQ/s320/talentos.jpg" width="320" /></a></div><br /><span><a name='more'></a></span><p><i style="font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Queridos hermanos y hermanas:</i></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">La Palabra de Dios de este domingo, penúltimo del año litúrgico, <b>nos invita a estar vigilantes y activos, en espera de la vuelta del Señor Jesús al final de los tiempos</b>. La página del Evangelio narra la célebre <b><span style="color: red;">parábola de los talentos</span></b>, referida por san Mateo (cf. <span style="color: #660000;"><i>Mt 25, 14-30</i></span>). <b>El "talento"</b> era una antigua moneda romana, de gran valor, y precisamente a causa de la popularidad de esta parábola se ha convertido en sinónimo de dote personal, que cada uno está llamado a hacer fructificar. En realidad, el texto habla de <i><span style="color: #660000;">"un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda" (Mt 25, 14)</span></i>.</p><p style="font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;"><span style="background-color: white;"><b>El hombre de esta parábola representa a Cristo mismo; los siervos son los discípulos; y los talentos son los dones que Jesús les encomienda</b>. Por tanto, estos <b><span style="color: red;">dones</span></b>, no sólo representan las cualidades naturales, sino también las riquezas que el Señor Jesús nos ha dejado como herencia para que las hagamos fructificar: <b>su Palabra</b>, depositada en el santo Evangelio;<b> el Bautismo</b>, que nos renueva en el Espíritu Santo; <b>la oración</b> —el "padrenuestro"— que elevamos a Dios como hijos unidos en el Hijo; <b>su perdón</b>, que nos ha ordenado llevar a todos;<b> y el sacramento de su Cuerpo inmolado y de su Sangre derramada</b>. </span><span style="background-color: #fcff01;">En una palabra: el reino de Dios, que es él mismo, presente y vivo en medio de nosotros.</span></p><p style="font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;"><span style="background-color: white;">Este es el tesoro que Jesús encomendó a sus amigos al final de su breve existencia terrena. <b>La parábola de hoy insiste en la actitud interior con la que se debe acoger y valorar este don</b>. <b><span style="color: red;">La actitud equivocada es la del miedo</span></b>: el siervo que tiene miedo de su señor y teme su regreso, esconde la moneda bajo tierra y no produce ningún fruto. </span><span style="background-color: #fcff01;">Esto sucede, por ejemplo, a quien, habiendo recibido el Bautismo, la Comunión y la Confirmación, entierra después dichos dones bajo una capa de prejuicios, bajo una falsa imagen de Dios que paraliza la fe y las obras, defraudando las expectativas del Señor</span><span style="background-color: white;">.</span></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Pero<b> la parábola da más relieve a los buenos frutos</b> producidos por los discípulos que, <b><span style="color: red;">felices por el don recibido</span></b>, no lo mantuvieron escondido por temor y celos, sino que <b>lo hicieron fructificar, compartiéndolo, repartiéndolo</b>. Sí; lo que Cristo nos ha dado se multiplica dándolo. Es un tesoro que hemos recibido para gastarlo, invertirlo y compartirlo con todos, como nos enseña el apóstol san Pablo, gran administrador de los talentos de Jesús.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">La enseñanza evangélica que la liturgia nos ofrece hoy ha influido también en el plano histórico-social, promoviendo en las poblaciones cristianas una mentalidad activa y emprendedora. Pero <b>el mensaje central se refiere al espíritu de responsabilidad con el que se debe acoger el reino de Dios: responsabilidad con Dios y con la humanidad</b>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">La Virgen María, que, al recibir el don más valioso, Jesús mismo, lo ofreció al mundo con inmenso amor, encarna perfectamente esta actitud del corazón. Pidámosle que nos ayude a ser "siervos buenos y fieles", para que podamos participar un día en "el gozo de nuestro Señor".</p>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-56971882789184694522023-11-13T16:44:00.003+01:002023-11-13T16:44:49.232+01:0011 de noviembre. San Martín de Tours<p>Textos de Benedicto XVI sobre san Martín de Tours</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxfNFS-SckSXeO9tJTkompeHio05azYzSJeDjGbTn8KhyhQKQdv6D2qiPSa-Ox73jasvUGkCOrzOnwVPMpKdrLClvvqcdf8jx6mJJXpimRoahyzZn8mvjGrn0LrAjltSXZgnpVZZgiJ3ZHNbKzjmm_FgWQs54DbcGMflnQfgEy6uLZv5gbBFew30Xni-i5/s896/San%20Mart%C3%ADn%20de%20Tours.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="896" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxfNFS-SckSXeO9tJTkompeHio05azYzSJeDjGbTn8KhyhQKQdv6D2qiPSa-Ox73jasvUGkCOrzOnwVPMpKdrLClvvqcdf8jx6mJJXpimRoahyzZn8mvjGrn0LrAjltSXZgnpVZZgiJ3ZHNbKzjmm_FgWQs54DbcGMflnQfgEy6uLZv5gbBFew30Xni-i5/s320/San%20Mart%C3%ADn%20de%20Tours.jpg" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: center;"><b><span></span></b></p><a name='more'></a><p></p><p style="text-align: center;"><b><span style="color: red;">Ángelus 11 de noviembre de 2007</span></b></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">La Iglesia recuerda hoy, 11 de noviembre, a san Martín, obispo de Tours, <b>uno de los santos más célebres y venerados de Europa</b>. Nacido de padres paganos en Panonia, en la actualidad Hungría, en torno al año 316, fue orientado por su padre a la carrera militar. Todavía adolescente, san Martín conoció el cristianismo y, superando muchas dificultades, se inscribió entre los catecúmenos para prepararse al bautismo. Recibió el sacramento en torno a los 20 años, pero debió permanecer aún mucho tiempo en el ejército, donde dio testimonio de su nuevo estilo de vida: respetuoso y comprensivo con todos, trataba a su sirviente como a un hermano, y evitaba las diversiones vulgares.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Cumplido el servicio militar, se fue a Poitiers, en Francia, junto al santo obispo <span style="color: #274e13;">Hilario</span>, que lo ordenó diácono y presbítero. <b>Eligió la vida monástica y fundó, con algunos discípulos, el más antiguo monasterio conocido de Europa, en Ligugé.</b> Alrededor de diez años después, los cristianos de Tours, que se habían quedado sin pastor, <b>lo aclamaron como su obispo. Desde entonces san Martín se dedicó con ardiente celo a la evangelización de las zonas rurales y a la formación del clero.</b></p><p style="font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;"><span style="background-color: white;">Aunque se le atribuyen muchos milagros, san Martín <b>es famoso sobre todo por un acto de caridad fraterna.</b> </span><span style="background-color: #fcff01;">Siendo aún un joven soldado, encontró en su camino a un pobre aterido y temblando de frío. Tomó entonces su capa y, cortándola en dos con la espada, le dio la mitad a aquel hombre. Durante la noche se le apareció en sueños Jesús, sonriente, envuelto en aquella misma capa</span><span style="background-color: white;">.</span></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Queridos hermanos y hermanas, el gesto caritativo de san Martín se inscribe en la misma lógica que impulsó a Jesús a multiplicar los panes para las multitudes hambrientas y, sobre todo, a entregarse él mismo como alimento para la humanidad en la Eucaristía, signo supremo del amor de Dios, <i><a href="http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/apost_exhortations/documents/hf_ben-xvi_exh_20070222_sacramentum-caritatis.html" style="color: #663300;">Sacramentum caritatis</a></i>. <b>Es la lógica de la comunión, con la que se expresa de modo auténtico el amor al prójimo.</b></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Que san Martín nos ayude a comprender que solamente a través de un compromiso común de solidaridad es posible responder al gran desafío de nuestro tiempo: construir un mundo de paz y de justicia, en el que todos los hombres puedan vivir con dignidad. Esto puede suceder si prevalece un modelo mundial de auténtica solidaridad, que permita garantizar a todos los habitantes del planeta el alimento, el agua, la asistencia médica necesaria, pero también el trabajo y los recursos energéticos, así como los bienes culturales, el saber científico y tecnológico.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Nos dirigimos ahora a la Virgen María, para que ayude a todos los cristianos a ser, como san Martín, testigos generosos del evangelio de la caridad y constructores incansables de comunión solidaria.</p>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-72620028342827913162023-11-13T16:37:00.003+01:002023-11-13T16:37:27.144+01:0015 de noviembre. San Alberto Magno<p>Textos de Benedicto XVI sobre san Alberto Magno</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEin0uL9QKLp2Fmiuilum7Cf_cRlMYtoafNO-N5jGJlt9fS-R_LGINZgbCx9qlUu0-Gy4YpkeCHH8GeQ5XSVwRGeEA7uMxfuiFDc21P4fEdm5uSs6lXLgj3KV7tvtpVxdyDGD9jALDD9EE4ttoraOITRVhd3t2jOVmvb98ATknpyiUAOj32hym9gipJgo8sX/s648/san%20alberto%20magno.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="372" data-original-width="648" height="184" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEin0uL9QKLp2Fmiuilum7Cf_cRlMYtoafNO-N5jGJlt9fS-R_LGINZgbCx9qlUu0-Gy4YpkeCHH8GeQ5XSVwRGeEA7uMxfuiFDc21P4fEdm5uSs6lXLgj3KV7tvtpVxdyDGD9jALDD9EE4ttoraOITRVhd3t2jOVmvb98ATknpyiUAOj32hym9gipJgo8sX/s320/san%20alberto%20magno.jpg" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: center;"><b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/02/san-alberto-magno-audiencia-24-de-marzo.html" target="_blank">Catequesis sobre San Alberto Magno (24 de marzo de 2010)</a></b></p>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-18222643650379731192023-11-13T16:34:00.003+01:002023-11-13T16:34:27.788+01:0010 de noviembre. San León Magno<p> Textos de Benedicto XVI referidos a san León Magno</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTSjibZg20fJLT8REzdrbDZTRWWAtwsw1x-HlTOte4Z3bxLD9_hDcexTmN9Ex-MIkJ5O35su3yLtrPjRbzA0YYm40potvuJ9pYW9HM0j0uBYWvgjTb6Dn3D9iFsmdf4rYM2Pb_7Hv63nXzWKpv8EphD2Uro-nFBBY66R_9FX_prPRL4dx2eL_ZyjW6R1dE/s1195/san-leon-magno.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="1195" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTSjibZg20fJLT8REzdrbDZTRWWAtwsw1x-HlTOte4Z3bxLD9_hDcexTmN9Ex-MIkJ5O35su3yLtrPjRbzA0YYm40potvuJ9pYW9HM0j0uBYWvgjTb6Dn3D9iFsmdf4rYM2Pb_7Hv63nXzWKpv8EphD2Uro-nFBBY66R_9FX_prPRL4dx2eL_ZyjW6R1dE/s320/san-leon-magno.jpg" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: center;"><b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/02/san-leon-magno-audiencia-5-de-marzo-de.html" target="_blank">Audiencia sobre san León Magno (5 de marzo de 2008)</a></b></p>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-19678564987681771212023-11-13T16:30:00.002+01:002023-11-13T16:30:05.738+01:0021 de noviembre. Presentación de la Santísima Virgen<p>Textos de Benedicto XVI referidos a la memoria litúrgica de la Presentación de la Santísima Virgen. En este día se celebra la <b>Jornada por orantibus, por las comunidades religiosas de clausura</b>.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrGqrjo0MM3W9pkyu3UIFM0JJIWxFxUma9RGuT6248fAWEG8Pw-t4IqI2lPTAeHp1PSYTBGT_7F57BuZmXsM51YC0mgkNLVe8crTdLo31g_mPYgxebBcj9EVVP6bnLEKA6eHnzEDc3pqfT3EJBf2z-mcq1fskP2_mtrQZ7DNKmfGIZVc3hKmE1aGL-wvqj/s286/presentaci%C3%B3n%20virgen%20mar%C3%ADa.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="176" data-original-width="286" height="176" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrGqrjo0MM3W9pkyu3UIFM0JJIWxFxUma9RGuT6248fAWEG8Pw-t4IqI2lPTAeHp1PSYTBGT_7F57BuZmXsM51YC0mgkNLVe8crTdLo31g_mPYgxebBcj9EVVP6bnLEKA6eHnzEDc3pqfT3EJBf2z-mcq1fskP2_mtrQZ7DNKmfGIZVc3hKmE1aGL-wvqj/s1600/presentaci%C3%B3n%20virgen%20mar%C3%ADa.jpeg" width="286" /></a></div><br /><span><a name='more'></a></span><p><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">"En la liturgia de hoy recordamos la Presentación de la santísima Virgen María. </span><b style="font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">Ella supo realizar de modo perfecto la voluntad del Padre celestial. Que María nos ayude a insertar en nuestra vida el plan divino de la salvación</b><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">" (Palabras tras Audiencia general, 21 de noviembre de 2007).</span></p><p><b>Ángelus, 18 de noviembre de 2007</b></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"></span></p><blockquote style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">"(...) Nos invitan con singular eficacia a mantener viva esta perspectiva las personas consagradas, que han puesto sin reservas su vida al servicio del reino de Dios. Entre estas, quiero recordar en particular a las llamadas a la contemplación en los monasterios de clausura. A ellas la Iglesia dedica una Jornada especial el miércoles próximo, 21 de noviembre, memoria de la Presentación de la santísima Virgen María en el Templo. Debemos mucho a estas personas que viven de lo que la Providencia les proporciona mediante la generosidad de los fieles. El monasterio, <i><span style="color: #073763;">"como oasis espiritual, indica al mundo de hoy lo más importante, más aún, en definitiva, lo único decisivo: existe una razón última por la que vale la pena vivir, es decir, Dios y su amor inescrutable"</span></i> (</span><i style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"><a href="http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2007/september/documents/hf_ben-xvi_spe_20070909_heiligenkreuz.html" style="color: #663300;">Discurso a los monjes cistercienses de la abadía de Heiligenkreuz</a>, Austria, </i><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">9 de septiembre de 2007: </span><i style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">L'Osservatore Romano</i><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">, edición en lengua española, 21 de septiembre de 2007, p. 6). La fe que actúa en la caridad es el verdadero antídoto contra la mentalidad nihilista, que en nuestra época extiende cada vez más su influencia en el mundo (...)".</span></blockquote><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: left;"><b>Ángelus, 16 de noviembre de 2008</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: left;"></span></p><blockquote style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: left;">"(...) El viernes próximo, 21 de noviembre, memoria litúrgica de la Presentación de la Santísima Virgen en el templo, se celebrará la <b>Jornada </b></span><i style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: left;"><b>pro orantibus</b></i><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: left;">, por las comunidades religiosas de clausura. <b>Demos gracias al Señor por las hermanas y los hermanos que han abrazado esta misión, dedicándose totalmente a la oración, y viven de lo que reciben de la Providencia.</b> Roguemos también nosotros por ellos y por las nuevas vocaciones, y comprometámonos a ayudar a los monasterios en sus necesidades materiales. Queridas hermanas y queridos hermanos, vuestra presencia en la Iglesia y en el mundo es indispensable. Estoy cerca de vosotros y os bendigo con gran afecto (Después del Ángelus, 16 de noviembre de 2008).</span></blockquote><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: left;"></span><p></p>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-67467416002755992002023-11-13T14:09:00.006+01:002023-11-17T16:36:32.786+01:00XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario<p> Textos de Benedicto XVI referidos al <b style="color: red;">XXXIII Domigo del Tiempo Ordinario</b>:</p><br /><span style="font-size: x-small;"><span style="color: red;">Sección: <a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com.es/p/ano-liturgico.html" target="_blank">Año Litúrgico</a></span></span><br /><span style="font-size: x-small;"><span style="color: red;"><span style="color: black;"><span style="color: red;">Subsección</span>: <a href="http://arraigadosyedificados.blogspot.com.es/2016/12/domingos-del-tiempo-ordinario-ciclo-a.html" target="_blank">Domingos del Tiempo Ordinario</a></span></span></span><br /><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/OdgV3uSRD2c/s1600/Evangelio.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="112" src="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/OdgV3uSRD2c/s200/Evangelio.jpeg" width="200" /></a></div><div style="color: red;"><br /><h2><b>Ciclo A</b></h2></div><p><b>Lecturas</b></p><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Prov 31, 1013. 19-20. 30-31</span></i>: Trabaja con la destreza de sus manos</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 127</span></i>: Dichoso el que teme al Señor</li><li><i><span style="color: #660000;">1 Tes 5, 1-6</span></i>: El día del Señor llegará como un ladrón en la noche</li><li><i><span style="color: #660000;">Mt 25, 14-30</span></i>: Como has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu Señor</li></ul><div><b>Ángelus</b></div><ul></ul><ul></ul><ul style="text-align: justify;"></ul><ul><li>13 de noviembre de 2011: <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2011/11/angelus-13-de-noviembre-de-2011.html" target="_blank">La parábola de los talentos</a></b></li><li>16 de noviembre de 2008: <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/11/xxxiii-domingo-del-tiempo-ordinario_17.html" target="_blank">Los talentos son los dones que hemos recibido de Dios</a></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2005/documents/hf_ben-xvi_ang_20051113.html" target="_blank">13 de noviembre de 2005</a> </li></ul><div style="text-align: justify;"><div><br /></div><div><div><div style="color: red;"><h2><b>Ciclo B</b></h2></div><p><b>Lecturas</b></p><ul><li><i><span style="color: #660000;">Dn 12, 1-3</span></i>: Por aquel tiempo se salvará tu pueblo</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 15</span></i>: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti</li><li><span style="color: #660000;"><i>Heb 10, 11-14.18</i></span>: Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados</li><li><i><span style="color: #660000;">Mc 13, 24-32</span></i>: Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos</li></ul></div><div style="text-align: start;"><b>Ángelus</b></div><ul style="text-align: start;"></ul><ul style="text-align: start;"></ul><ul></ul><ul><li>18 de noviembre de 2012: <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2012/11/angelus-18-de-noviembre-de-2012.html" target="_blank">Parte del discurso escatológico</a></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20091115.html" target="_blank">17 de noviembre de 2009</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2006/documents/hf_ben-xvi_ang_20061119.html" target="_blank">19 de noviembre de 2006</a></li></ul><div><div><br /></div><div><div style="color: red;"><h2><b>Ciclo C</b></h2></div><p><b>Lecturas</b></p><ul><li><i><span style="color: #660000;">Mal 3, 19-20a</span></i>: Os iluminará un sol de justicia</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 97</span></i>: El Señor llega para regir los pueblos con rectitud</li><li><i><span style="color: #660000;">2 Tes 3, 7-12</span></i>: El que no trabaja, que no coma</li><li><span style="color: #660000;"><i>Lc 21, 5-19</i></span>: Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas</li></ul></div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2010/documents/hf_ben-xvi_ang_20101114.html" target="_blank">14 de noviembre de 2010</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2007/documents/hf_ben-xvi_ang_20071118.html" target="_blank">18 de noviembre de 2007</a></li></ul></div></div></div></div>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-8698156300793096902023-11-06T14:01:00.009+01:002023-11-13T14:10:58.552+01:00XXXII Domingo del Tiempo Ordinario<p>Textos de Benedicto XVI referidos al <b style="color: red;">XXXII Domigo del Tiempo Ordinario</b>:</p><br /><span style="font-size: x-small;"><span style="color: red;">Sección: <a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com.es/p/ano-liturgico.html" target="_blank">Año Litúrgico</a></span></span><br /><span style="font-size: x-small;"><span style="color: red;"><span style="color: black;"><span style="color: red;">Subsección</span>: <a href="http://arraigadosyedificados.blogspot.com.es/2016/12/domingos-del-tiempo-ordinario-ciclo-a.html" target="_blank">Domingos del Tiempo Ordinario</a></span></span></span><br /><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/OdgV3uSRD2c/s1600/Evangelio.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="112" src="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/OdgV3uSRD2c/s200/Evangelio.jpeg" width="200" /></a></div><div style="color: red;"><br /><h2><b>Ciclo A</b></h2></div><p><b>Lecturas</b></p><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Sab 6, 13-17</span></i>: Encuentran la sabiduría los que la buscan</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 62</span></i>: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío</li><li><span style="color: #660000;"><i>1 Tes 4, 12-17</i></span>: A los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él</li><li><span style="color: #660000;"><i>Mt 25, 1-13</i></span>: Que llega el esposo, salid a recibirlo</li></ul><div><b>Ángelus</b></div><ul></ul><ul></ul><ul style="text-align: justify;"></ul><ul><li>6 de noviembre de 2011: <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2011/11/angelus-6-de-noviembre-de-2011.html" target="_blank">Reflexión sobre la vida eterna</a></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2008/documents/hf_ben-xvi_ang_20081109.html" target="_blank">9 de noviembre de 2008</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2005/documents/hf_ben-xvi_ang_20051106.html" target="_blank">6 de noviembre de 2005</a> </li></ul><div style="text-align: justify;"><div><br /></div><div><div><div style="color: red;"><h2><b>Ciclo B</b></h2></div><p><b>Lecturas</b></p><ul><li><i><span style="color: #660000;">1 R 17, 10-16</span></i>: La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 145</span></i>: Alaba, alma mía, al Señor</li><li><i><span style="color: #660000;">Heb 9, 24-28</span></i>: Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos</li><li><i><span style="color: #660000;">Mc 12, 38-44</span></i>: Esa pobre viuda ha echado más que nadie</li></ul></div><div style="text-align: start;"><b>Ángelus</b></div><ul style="text-align: start;"></ul><ul style="text-align: start;"></ul><ul></ul><ul style="text-align: start;"><li>11 de noviembre de 2012: <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2012/11/angelus-11-de-noviembre-de-2012.html" target="_blank">La figura de las dos viudas</a></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20091108_brescia.html" target="_blank">8 de noviembre de 2009</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2006/documents/hf_ben-xvi_ang_20061112.html" target="_blank">12 de noviembre de 2006</a></li></ul><ul></ul><ul></ul><ul></ul><ul></ul><div><b>Homilías</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2009/documents/hf_ben-xvi_hom_20091108_brescia.html" target="_blank">8 de noviembre de 2009 (Brescia y Concesio)</a></li></ul><div><br /></div><div><div style="color: red;"><h2><b>Ciclo C</b></h2></div><p><b>Lecturas</b></p><ul><li><i><span style="color: #660000;">2 M 7, 1-2. 9-14</span></i>: El rey del universo nos resucitará para una vida eterna</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 16</span></i>: Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor</li><li><i><span style="color: #660000;">2 Tes 2, 16-3, 5</span></i>: El Señor os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas</li><li><i><span style="color: #660000;">Lc 20, 27-38</span></i>: No es Dios de muertos, sino de vivos</li></ul></div><div><b>Ángelus</b></div><div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2010/documents/hf_ben-xvi_ang_20101107_barcelona.html" target="_blank">7 de noviembre de 2010</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2007/documents/hf_ben-xvi_ang_20071111.html" target="_blank">11 de noviembre de 2007</a></li></ul><div><b>Homilías</b></div></div></div></div></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2010/documents/hf_ben-xvi_hom_20101107_barcelona.html" target="_blank">7 de noviembre de 2010 (Barcelona - Dedicación Sagrada Familia)</a></li></ul></div></div>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-37881686000993756512023-11-05T11:42:00.004+01:002023-11-06T13:48:27.314+01:00XXXI Domingo del Tiempo Ordinario<p>Textos de Benedicto XVI referidos al <b style="color: red;">XXXI Domigo del Tiempo Ordinario</b>:</p><br /><span style="font-size: x-small;"><span style="color: red;">Sección: <a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com.es/p/ano-liturgico.html" target="_blank">Año Litúrgico</a></span></span><br /><span style="font-size: x-small;"><span style="color: red;"><span style="color: black;"><span style="color: red;">Subsección</span>: <a href="http://arraigadosyedificados.blogspot.com.es/2016/12/domingos-del-tiempo-ordinario-ciclo-a.html" target="_blank">Domingos del Tiempo Ordinario</a></span></span></span><br /><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/OdgV3uSRD2c/s1600/Evangelio.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="112" src="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/OdgV3uSRD2c/s200/Evangelio.jpeg" width="200" /></a></div><div style="color: red;"><br /><h2><b>Ciclo A</b></h2></div><p><b>Lecturas</b></p><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Mal 1, 14b-2, 2b. 8-10</span></i>: Si explotáis a viudas y huérfanos se encenderá mi ira contra vosotros</li><li><span style="color: #660000;"><i>Sal 130</i></span>: Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor</li><li><span style="color: #660000;"><i>1 Tes 2, 7b-9. 13</i></span>: Deseábamos no sólo entregaros el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas</li><li><i><span style="color: #660000;">Mt 23, 1-12</span></i>: No hacen lo que dicen</li></ul><div><b>Ángelus</b></div><ul></ul><ul></ul><ul style="text-align: justify;"></ul><ul><li><a href="http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/angelus/2011/documents/hf_ben-xvi_ang_20111030_sp.html">30 de octubre de 2011</a> </li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2008/documents/hf_ben-xvi_ang_20081102.html">2 de noviembre de 2008</a></li><li><a href="http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/angelus/2005/documents/hf_ben-xvi_ang_20051030_sp.html">30 de octubre de 2005</a> </li></ul><div style="text-align: justify;"><div><br /></div><div><div><div style="color: red;"><h2><b>Ciclo B</b></h2></div><p><b>Lecturas</b></p><ul><li><i><span style="color: #660000;">Dt 6, 2-6</span></i>: Escucha, Israel: Amarás al Señor con todo el corazón</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 17</span></i>: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza</li><li><i><span style="color: #660000;">Heb 7, 23-28</span></i>: Como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa</li><li><i><span style="color: #660000;">Mc 12, 28b-34</span></i>: No estás lejos del reino de Dios</li></ul></div><div style="text-align: start;"><b>Ángelus</b></div><ul style="text-align: start;"></ul><ul style="text-align: start;"></ul><ul></ul><ul style="text-align: start;"><li>4 de noviembre de 2012: <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2012/11/angelus-4-de-noviembre-de-2012.html" target="_blank">El mandamiento del amor</a></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20091101_all-saints.html" target="_blank">1 de noviembre de 2009 (Todos los santos)</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2006/documents/hf_ben-xvi_ang_20061105.html" target="_blank">5 de noviembre de 2006</a></li></ul><ul></ul><ul></ul><ul></ul><ul></ul><div><br /><div><div style="color: red;"><h2><b>Ciclo C</b></h2></div><p><b>Lecturas</b></p><ul><li><i><span style="color: #660000;">Sab 11, 22-12, 2</span></i>: Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 144</span></i>: Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey</li><li><i><span style="color: #660000;">2 Tes 1, 11-2, 2</span></i>: Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él</li><li><i><span style="color: #660000;">Lc 19, 1-10</span></i>: El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido</li></ul><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2010/documents/hf_ben-xvi_ang_20101031.html" target="_blank">31 de octubre de 2010</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2007/documents/hf_ben-xvi_ang_20071104.html" target="_blank">4 de noviembre de 2007</a></li></ul><div></div></div></div></div></div></div>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-82255217459423489782023-10-29T11:31:00.003+01:002023-10-29T11:36:45.261+01:00XXX Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A): Toda la ley divina se resume en el amor (Homilía, 23 de octubre de 2011 - Canonización de tres santos)<p style="text-align: justify;">En la canonización de Guido María Conforti, Luis Guanella y Bonifacia Rodríguez de Castro, Benedicto XVI explicó brevemente sus vidas basando su predicación en la liturgia de la palabra de este domingo, centrada en el doble mandamiento del amor. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjs-5KhmlY2wpGLLdqW1KVzyOysmxA-KHVmzPlnxtCMm9qYd2WYnIvTMwmT7hK-M5jr82qFFLXCLxyUqRf1wLMwH_Xc9BwiS8krZwX1tMNdRoBbXvg39a0KlEGj3pC7SIf2p-4-NWDM2AQaxk3pXrKabQ1JHwpDg6LI_lBCkpm1Hv_66vplDCnaJQBWzg2E/s825/Canonizaci%C3%B3n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="464" data-original-width="825" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjs-5KhmlY2wpGLLdqW1KVzyOysmxA-KHVmzPlnxtCMm9qYd2WYnIvTMwmT7hK-M5jr82qFFLXCLxyUqRf1wLMwH_Xc9BwiS8krZwX1tMNdRoBbXvg39a0KlEGj3pC7SIf2p-4-NWDM2AQaxk3pXrKabQ1JHwpDg6LI_lBCkpm1Hv_66vplDCnaJQBWzg2E/s320/Canonizaci%C3%B3n.jpg" width="320" /></a></div><br /><span><a name='more'></a></span><p style="text-align: center;"><br /> <a href="http://www.vatican.va/news_services/liturgy/libretti/2011/20111023.pdf" style="background-color: white; color: #663300; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">CAPILLA PAPAL</a></p><p align="center" style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"><span style="color: #663300;"><a href="http://www.vatican.va/news_services/liturgy/libretti/2011/20111023.pdf" style="color: #663300;">PARA LA CANONIZACIÓN DE LOS BEATOS:</a><br /><a href="http://www.vatican.va/news_services/liturgy/libretti/2011/20111023.pdf" style="color: #663300;"><br />GUIDO MARÍA CONFORTI (1865-1931)<br />LUIS GUANELLA (1842-1915)<br />BONIFACIA RODRÍGUEZ DE CASTRO (1837-1905)</a></span></p><p align="center" style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"><i><span style="color: #663300; font-size: medium;"><b>HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI<br /></b></span><br /><span style="color: #663300;">Plaza de San Pedro<br />Domingo 23 de octubre de 2011</span></i></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"> </p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"><i>Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,<br />queridos hermanos y hermanas:</i></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">Nuestra liturgia dominical se enriquece hoy por varios motivos de acción de gracias y de súplica a Dios. En efecto, mientras celebramos con toda la Iglesia la <b><span style="color: red;">Jornada mundial de las misiones</span></b> —cita anual que quiere despertar el impulso y el compromiso por la misión—, alabamos al Señor por <b><span style="color: red;">tres nuevos santos: el obispo Guido María Conforti, el sacerdote Luis Guanella y la religiosa Bonifacia Rodríguez de Castro</span></b>. Con alegría dirijo mi saludo a todos los presentes, en particular a las delegaciones oficiales y a los numerosos peregrinos que han venido para festejar a estos tres discípulos ejemplares de Cristo.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">La Palabra del Señor, que acaba de resonar en el <b><span style="color: red;">Evangelio</span></b>, nos ha recordado que <b>toda la ley divina se resume en el amor</b>. El evangelista san Mateo narra que los fariseos, después de que Jesús respondiera a los saduceos dejándolos sin palabras, se reunieron para ponerlo a prueba (<i>cf. 22, 34-35</i>). Uno de estos interlocutores, un doctor de la ley, le preguntó: <i><span style="color: #660000;">«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?» (v. 36)</span></i>. A esa pregunta, decididamente insidiosa, Jesús responde con total sencillez: <span style="color: #660000;"><i>«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Este mandamiento es el principal y primero» (vv. 37-38)</i></span>. De hecho, <b>la exigencia principal para cada uno de nosotros es que Dios esté presente en nuestra vida</b>. Como dice la Escritura, <b>él debe penetrar todos los estratos de nuestro ser y llenarlos completamente: el corazón debe saber de él y dejarse tocar por él; e igualmente el alma, las energías de nuestro querer y decidir, como también la inteligencia y el pensamiento</b>. Es poder decir, como san Pablo: <i><span style="color: #660000;">«No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» (Ga 2, 20)</span></i>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">Inmediatamente después, Jesús añade algo que, en verdad, no había preguntado el doctor de la ley: <i><span style="color: #660000;">«El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v. 39)</span></i>. Al declarar que el segundo mandamiento es semejante al primero, Jesús da a entender que<b> la caridad hacia el prójimo es tan importante como el amor a Dios</b>. De hecho,<b> el signo visible que el cristiano puede mostrar para testimoniar al mundo el amor de Dios es al amor a los hermanos</b>. ¡Cuán providencial resulta entonces el hecho de que precisamente hoy la Iglesia señala a todos sus miembros tres nuevos santos que se dejaron transformar por la caridad divina y según ella moldearon su vida. En situaciones distintas y con diversos carismas, amaron al Señor con todo el corazón y al prójimo como a sí mismos <i><span style="color: #660000;">«llegando a ser así un modelo para todos los creyentes» (cf. 1 Ts 1, 7)</span></i>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">El <b><span style="color: #660000;">Salmo 17</span></b>, que se acaba de proclamar, <b>invita a abandonarse con confianza en manos del Señor</b>, que tuvo<i><span style="color: #660000;"> «misericordia de su ungido» (cf. v. 51)</span></i>. Esta actitud interior guió la vida y el ministerio de <span style="color: #274e13;"><b>san Guido María Conforti</b></span>. Desde que, en su niñez, tuvo que vencer la oposición de su padre para entrar en el seminario, dio muestras de un carácter firme al seguir la voluntad de Dios, al corresponder en todo a la <i>caritas Christi </i>que, en la contemplación del Crucificado, lo atraía a sí. Sintió una fuerte urgencia de anunciar este amor a quienes no habían recibido aún su anuncio, y el lema <i><span style="color: #660000;">«Caritas Christi urget nos» (cf. 2 Co 5, 14)</span></i> sintetiza el programa del <b>Instituto misionero</b> que fundó cuando tenía sólo treinta años: una familia religiosa puesta totalmente al servicio de la evangelización bajo el patrocinio del gran apóstol de Oriente <span style="color: #274e13;">san Francisco Javier</span>. San Guido María fue llamado a vivir este impulso apostólico en el ministerio episcopal primero en Rávena y luego en Parma: con todas sus fuerzas se dedicó al bien de las almas a él encomendadas, sobre todo de las que se habían alejado del camino del Señor. Su vida estuvo marcada por numerosas pruebas, algunas de ellas graves. Supo aceptar todas las situaciones con docilidad, acogiéndolas como indicaciones del camino trazado para él por la divina Providencia; en todas las circunstancias, incluso en las derrotas más mortificantes, supo reconocer el designio de Dios, que lo guiaba a edificar su Reino sobre todo en la renuncia a sí mismo y en la aceptación diaria de su voluntad, con un abandono confiado cada vez más pleno. Él fue el primero en experimentar y testimoniar lo que enseñaba a sus misioneros, o sea, que la perfección consiste en hacer la voluntad de Dios, siguiendo el ejemplo de Jesús crucificado. San Guido María Conforti mantuvo fija su mirada interior en la cruz, que dulcemente lo atraía a sí; al contemplarla veía abrirse de par en par el horizonte del mundo entero, descubría el «urgente» deseo, escondido en el corazón de todo hombre, de recibir y acoger el anuncio del único amor que salva.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">El testimonio humano y espiritual de <b><span style="color: #274e13;">san Luis Guanella</span></b> es para toda la Iglesia un don especial de gracia. Durante su existencia terrena vivió con valentía y determinación el Evangelio de la caridad, el «gran mandamiento» que también hoy la Palabra de Dios nos ha recordado. Gracias a la profunda y continua unión con Cristo, en la contemplación de su amor, don Guanella, guiado por la divina Providencia, se hizo compañero y maestro, consuelo y alivio de los más pobres y los más débiles. El amor de Dios animaba en él el deseo del bien para las personas que le habían sido encomendadas, en la realidad de su vida diaria. Prestaba solícita atención al camino de cada uno, respetando sus tiempos de crecimiento y cultivando en el corazón la esperanza de que todo ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, al gustar la alegría de ser amado por él —Padre de todos—, puede sacar y dar a los demás lo mejor de sí mismo. Hoy queremos alabar y dar gracias al Señor porque en san Luis Guanella nos ha dado un profeta y un apóstol de la caridad. En su testimonio, tan lleno de humanidad y de atención a los últimos, reconocemos un signo luminoso de la presencia y de la acción benéfica de Dios: el Dios —como resonó en la primera lectura— que defiende al forastero, a la viuda, al huérfano, al pobre que debe dejar en prenda su manto, su único abrigo para cubrir su cuerpo por la noche (<i><span style="color: #660000;">cf. Ex 22, 20-26)</span></i>. Que este nuevo santo de la caridad sea para todos, especialmente para los miembros de las Congregaciones que fundó, un modelo de profunda y fecunda síntesis entre contemplación y acción, como él mismo la vivió y practicó. Toda su historia humana y espiritual la podemos sintetizar en las últimas palabras que pronunció en su lecho de muerte: «<i>In caritate Christi</i>». Es el amor de Cristo lo que ilumina la vida de todo hombre, revelando cómo en la entrega de sí a los demás no se pierde nada, sino que se realiza plenamente nuestra verdadera felicidad. Que san Luis Guanella nos obtenga crecer en la amistad con el Señor para ser en nuestro tiempo portadores de la plenitud del amor de Dios, para promover la vida en todas sus manifestaciones y condiciones, y para hacer que la sociedad humana llegue a ser cada vez más la familia de los hijos de Dios.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">En la segunda lectura hemos escuchado un pasaje de <b><span style="color: #660000;">la primera </span></b><i><b><span style="color: #660000;">carta a los Tesalonicenses</span></b>, </i>un texto que usa la metáfora del trabajo manual para describir la labor evangelizadora y que, en cierto modo, puede aplicarse también a las virtudes de santa <b><span style="color: #274e13;">Bonifacia Rodríguez de Castro</span></b>. <b>Cuando san Pablo escribe la carta, trabaja para ganarse el pan; parece evidente, por el tono y los ejemplos empleados, que es en el taller donde él predica y encuentra sus primeros discípulos</b>. Esta misma intuición movió a santa Bonifacia, que desde el inicio supo aunar su seguimiento de Jesucristo con el esmerado trabajo cotidiano. Faenar, como había hecho desde pequeña, no era sólo un modo para no ser gravosa a nadie, sino que suponía también tener la libertad para realizar su propia vocación, y le daba al mismo tiempo la posibilidad de atraer y formar a otras mujeres, que en el obrador pueden encontrar a Dios y escuchar su llamada amorosa, discerniendo su propio proyecto de vida y capacitándose para llevarlo a cabo. Así nacen<b> las Siervas de San José</b>, en medio de la humildad y sencillez evangélica, que en el hogar de Nazaret se presenta como una escuela de vida cristiana. El Apóstol continúa diciendo en su carta que el amor que tiene a la comunidad es un esfuerzo, una fatiga, pues supone siempre imitar la entrega de Cristo por los hombres, no esperando nada ni buscando otra cosa que agradar a Dios. Madre Bonifacia, que se consagra con ilusión al apostolado y comienza a obtener los primeros frutos de sus afanes, vive también esta experiencia de abandono, de rechazo precisamente de sus discípulas, y en ello aprende una nueva dimensión del seguimiento de Cristo: la cruz. Ella la asume con el aguante que da la esperanza, ofreciendo su vida por la unidad de la obra nacida de sus manos. La nueva santa se nos presenta como un modelo acabado en el que resuena el trabajo de Dios, un eco que llama a sus hijas, las Siervas de San José, y también a todos nosotros, a acoger su testimonio con la alegría del Espíritu Santo, sin temer la contrariedad, difundiendo en todas partes la Buena Noticia del reino de los cielos. Nos encomendamos a su intercesión, y pedimos a Dios por todos los trabajadores, sobre todo por los que desempeñan los oficios más modestos y en ocasiones no suficientemente valorados, para que, en medio de su quehacer diario, descubran la mano amiga de Dios y den testimonio de su amor, transformando su cansancio en un canto de alabanza al Creador.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"><b><span style="color: #660000;"><i>«Te amo, Señor, mi fortaleza»</i></span></b>. Así, queridos hermanos y hermanas, hemos aclamado con el Salmo responsorial. De ese amor apasionado a Dios son signo elocuente estos tres nuevos santos. Dejémonos atraer por su ejemplo, dejémonos guiar por sus enseñanzas, para que toda nuestra vida se transforme en testimonio de auténtico amor a Dios y al prójimo. Que nos obtenga esta gracia la Virgen María, la Reina de los santos, y también la intercesión de san Guido María Conforti, de san Luis Guanella y de santa Bonifacia Rodríguez de Castro. Amén.</p>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-59000307361560648592023-08-19T16:21:00.004+02:002023-08-19T16:21:30.872+02:00XIX Domingo del Tiempo Ordinario<p> Textos de Benedicto XVI referidos al XIX Domingo del Tiempo Ordinario.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" src="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" /></a></div><p></p><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo A</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><span style="color: #660000;"><i>1 R 19</i></span>: Aguarda al Señor en el monte</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 84</span></i>: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación</li><li><i><span style="color: #660000;">Rm 9, 1-5</span></i>: Quisiera ser un proscrito por el bien de mis hermanos</li><li><i><span style="color: #660000;">Mt 14, 22-33</span></i>: Mándame ir hacia ti andando sobre el agua Hombre de poca fe</li></ul><div><b>Ángelus</b><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2005/documents/hf_ben-xvi_ang_20050807.html" target="_blank">7 de agosto de 2005</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2008/documents/hf_ben-xvi_ang_20080810.html" target="_blank">10 de agosto de 2008</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2011/documents/hf_ben-xvi_ang_20110807.html" target="_blank">7 de agosto de 2011</a></li></ul><div></div><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo B</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">1 R 19, 4-8</span></i>: Con la fuerza de aquel alimento, caminó hasta el monte de Dios</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 33</span></i>: Gustad y ved qué bueno es el Señor</li><li><span style="color: #660000;"><i>Ef 4, 30—5, 2</i></span>: Vivid en el amor como Cristo</li><li><i><span style="color: #660000;">Jn 6, 41-51</span></i>: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo</li></ul></div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2006/documents/hf_ben-xvi_ang_20060813.html" target="_blank">13 de agosto de 2006</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20090809.html" target="_blank">9 de agosto de 2009</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20090809.html" target="_blank">12 de agosto de 2012</a></li></ul><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo C</span></h2><div><b>Lecturas</b></div><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Sab 18, 6-9</span></i>: Con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 32</span></i>: Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad</li><li><i><span style="color: #660000;">Heb 11, 1-2. 8-19</span></i>: Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios</li><li><i><span style="color: #660000;">Lc 12, 32-48</span></i>: Estad en vela y preparados, porque a la hora que menos pensáis viene el Hijo del hombre</li></ul><div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2007/documents/hf_ben-xvi_ang_20070812.html" target="_blank">12 de agosto de 2007</a><b></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2010/documents/hf_ben-xvi_ang_20100808.html" target="_blank">8 de agosto de 2010</a></li></ul></div></div></div></div>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-57293449195535904502023-07-31T10:54:00.002+02:002023-08-19T16:21:44.295+02:00XVIII Domingo del Tiempo Ordinario<p> Textos de Benedicto XVI referidos al XVIII Domingo del Tiempo Ordinario.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" src="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" /></a></div><p></p><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo A</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><span style="color: #660000;"><i>Is 55, 1-3</i></span>: Daos prisa y comed</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 144</span></i>: Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores</li><li><i><span style="color: #660000;">Rm 8, 35. 37-39</span></i>: Ninguna criatura podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo</li><li><i><span style="color: #660000;">Mt 14, 13-21</span></i>: Comieron todos hasta quedar satisfechos</li></ul><div><b>Ángelus</b><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2005/documents/hf_ben-xvi_ang_20050731.html" target="_blank">31 de julio de 2005</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2008/documents/hf_ben-xvi_ang_20080803.html" target="_blank">2 de agosto de 2008</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2011/documents/hf_ben-xvi_ang_20110731.html" target="_blank">31 de julio de 2011</a></li></ul><div></div><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo B</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Ex 16, 2-10</span></i>: Yo haré llover pan del cielo</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 77:</span></i> El Señor les dio un trigo celeste</li><li><i><span style="color: #660000;">Ef 4, 17. 20-24</span></i>: Vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios</li><li><i><span style="color: #660000;">Jn 6, 24-35</span></i>: El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará sed</li></ul></div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2006/documents/hf_ben-xvi_ang_20060806.html" target="_blank">6 de agosto de 2006</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20090802.html" target="_blank">2 de agosto de 2009</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2012/documents/hf_ben-xvi_ang_20120805.html" target="_blank">5 de agosto de 2012</a></li></ul><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo C</span></h2><div><b>Lecturas</b></div><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Si 1, 2; 2, 21-23</span></i>: ¿Qué saca el hombre de todos los trabajos?</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17</span></i>: Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación</li><li><i><span style="color: #660000;">Col 3, 1-5. 9-11</span></i>: Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo</li><li><i><span style="color: #660000;">Lc 12, 13-21</span></i>: Lo que has acumulado, ¿de quién será?</li></ul><div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2007/documents/hf_ben-xvi_ang_20070805.html" target="_blank">5 de agosto de 2007</a><b></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2010/documents/hf_ben-xvi_ang_20100801.html" target="_blank">1 de agosto de 2010</a></li></ul></div></div></div></div>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-27670829415390170032023-07-31T10:44:00.004+02:002023-07-31T10:57:15.820+02:00XVII Domingo del Tiempo Ordinario<p> Textos de Benedicto XVI referidos al XVII Domingo del Tiempo Ordinario.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" src="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" /></a></div><p></p><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo A</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">1 R 3, 5. 7-12</span></i>: Pediste para ti discernimiento</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 118</span></i>: ¡Cuánto amo tu ley, Señor!</li><li><i><span style="color: #660000;">Rm 8, 28-30</span></i>: Nos predestinó a reproducir la imagen de su Hijo</li><li><i><span style="color: #660000;">Mt 13, 44-52</span></i>: Vende todo lo que tiene y compra el campo</li></ul><div><b>Ángelus</b><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2005/documents/hf_ben-xvi_ang_20050724.html" target="_blank">24 de julio de 2005</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2008/documents/hf_ben-xvi_ang_20080727.html" target="_blank">27 de julio de 2008</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2011/documents/hf_ben-xvi_ang_20110724.html" target="_blank">24 de julio de 2011</a></li></ul><div></div><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo B</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">2 R 4, 42-44</span></i>: Comerán y sobrará</li><li><span style="color: #660000;"><i>Sal 144</i></span>: Abres tú la mano, Señor, y nos sacias</li><li><i><span style="color: #660000;">Ef 4, 1-6</span></i>: Un solo cuerpo, un Señor, una fe, un bautismo</li><li><i><span style="color: #660000;">Jn 6, 1-15</span></i>: Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron</li></ul></div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2006/documents/hf_ben-xvi_ang_20060730.html" target="_blank">30 de julio de 2006</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20090726.html" target="_blank">26 de julio de 2009 (Les Combes)</a></li><li>29 de julio de 2012: <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2012/07/angelus-29-de-julio-de-2012-domingo.html" target="_blank">La multiplicación de los panes</a></b></li></ul><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo C</span></h2><div><b>Lecturas</b></div><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Gn 18, 20-32</span></i>: No se enfade mi Señor, si sigo hablando</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 137</span></i>: Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste</li><li><i><span style="color: #660000;">Col 2, 12-14</span></i>: Os dio vida en Cristo, perdonándoos todos los pecados</li><li><i><span style="color: #660000;">Lc 11, 1-13</span></i>: Pedid y se os dará</li></ul><div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2007/documents/hf_ben-xvi_ang_20070729.html" target="_blank">29 de julio de 2007</a><b></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2010/documents/hf_ben-xvi_ang_20100725.html" target="_blank">25 de julio de 2010</a></li></ul></div></div></div></div>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-21410289122302858562023-07-23T11:37:00.003+02:002023-07-23T11:37:47.429+02:00XVI Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A): La parábola del trigo y la cizaña (Ángelus, 17 de julio de 2011)<p style="text-align: justify;">Jesús utiliza las parábolas para anunciar los misterios del reino de los cielo. Invita a reconocer ante todo la primacía de Dios. Así sucede con la parábola del trigo y la cizaña.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRxTiVI3S5TR2ZdEUao1RTbaOUkXQA4Z03S8omC2weIpSc8hDArbSi-5SbvgFz0dV1T6DG59bvY-KAvdP-fRGwgqGbLsL6I0rOg7py7aLxh87blhbtiinj8x8EkcphFioI4aYYl7R_Rlb3f0zx55fp5URaDuD6_9a9b6oEaw2xt8tvAJXzl6fScWeiUC0C/s600/trigo%20y%20ciza%C3%B1a.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="370" data-original-width="600" height="197" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRxTiVI3S5TR2ZdEUao1RTbaOUkXQA4Z03S8omC2weIpSc8hDArbSi-5SbvgFz0dV1T6DG59bvY-KAvdP-fRGwgqGbLsL6I0rOg7py7aLxh87blhbtiinj8x8EkcphFioI4aYYl7R_Rlb3f0zx55fp5URaDuD6_9a9b6oEaw2xt8tvAJXzl6fScWeiUC0C/s320/trigo%20y%20ciza%C3%B1a.jpg" width="320" /></a></div><br /><span><a name='more'></a></span><p style="text-align: justify;"><i style="font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">Queridos hermanos y hermanas:</i></p><p style="font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;"><span style="background-color: white;"><b><span style="color: red;">Las parábolas evangélicas</span></b> <b>son breves narraciones que Jesús utiliza para anunciar los misterios del reino de los cielos.</b> Al utilizar imágenes y situaciones de la vida cotidiana, el Señor <i><span style="color: #274e13;">«quiere indicarnos el verdadero fundamento de todas las cosas... Nos muestra... al Dios que actúa, que entra en nuestras vidas y nos quiere tomar de la mano» (Jesús de Nazaret I, Benedicto XVI-Joseph Ratzinger, La esfera de los libros, 2007, p. 233)</span></i>. </span><span style="background-color: #fcff01;">Con este tipo de discursos, <b>el divino Maestro invita a reconocer ante todo la primacía de Dios Padre</b>: donde no está él, nada puede ser bueno. Es una prioridad decisiva para todo. Reino de los cielos significa, precisamente, señorío de Dios, y esto quiere decir que su voluntad se debe asumir como el criterio-guía de nuestra existencia.</span></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">El tema contenido en el Evangelio de este domingo es precisamente <b><span style="color: red;">el reino de los cielos</span></b>. <b>El «cielo» no se debe entender sólo en el sentido de la altura que está encima de nosotros, pues ese espacio infinito posee también la forma de la interioridad del hombre.</b> Jesús compara el reino de los cielos con <b><span style="color: red;">un campo de trigo</span></b> para darnos a entender que <b>dentro de nosotros se ha sembrado algo pequeño y escondido</b>, que sin embargo tiene una fuerza vital que no puede suprimirse. A pesar de todos los obstáculos, la semilla se desarrollará y el fruto madurará. <b>Este fruto sólo será bueno si se cultiva el terreno de la vida según la voluntad divina</b>. Por eso, en <b><span style="color: red;">la parábola del trigo y la cizaña </span><span style="color: #660000;">(<em>Mt</em> 13, 24-30)</span></b>, Jesús nos advierte que, después de la siembra del dueño, <span style="color: #660000;"><i>«mientras todos dormían»</i></span>, intervino <i><span style="color: #660000;">«su enemigo»</span></i>, que sembró la cizaña. Esto significa que <b>tenemos que estar preparados para custodiar la gracia recibida desde el día del Bautismo</b>, alimentando la fe en el Señor, que impide que el mal eche raíces. <a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2012/08/28-de-agosto-san-agustin.html" target="_blank">San Agustín</a>, comentando esta parábola, observa que <i><span style="color: #274e13;">«muchos primero son cizaña y luego se convierten en trigo»</span></i>. Y añade: <i><span style="color: #274e13;">«Si estos, cuando son malos, no fueran tolerados con paciencia, no llegarían al laudable cambio» (Quaest. septend. in Ev. sec. Matth., 12, 4: pl 35, 1371)</span></i>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px; text-align: justify;">Queridos amigos, el<em> <b><span style="color: #660000;">libro de la Sabiduría</span></b></em>, del que está tomada la primera lectura de hoy, <b>subraya esta dimensión del Ser divino.</b> Dice: <i><span style="color: #660000;">«pues fuera de ti no hay otro Dios que cuide de todo… porque tu fuerza es el principio de la justicia y tu señorío sobre todo te hace ser indulgente con todos» (Sb 12, 13.16)</span></i>. Y el Salmo 85 lo confirma: <i><span style="color: #660000;">«Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan» (v. 5)</span></i>. Por tanto, <b>si somos hijos de un Padre tan grande y bueno, ¡tratemos de parecernos a él!</b> Este era el objetivo que Jesús se proponía con su predicación. En efecto, decía a quienes lo escuchaban:<i><span style="color: #660000;"> «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5, 48)</span></i>. Dirijámonos con confianza a María, a quien ayer invocamos con la advocación de Nuestra Señora del Carmen, para que nos ayude a seguir fielmente a Jesús, y de este modo a vivir como verdaderos hijos de Dios.</p><div><br /></div>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-60637354578573653932023-07-23T11:25:00.004+02:002023-07-23T11:39:10.768+02:00XVI Domingo del Tiempo Ordinario<p> Textos de Benedicto XVI referidos al XVI Domingo del Tiempo Ordinario.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" src="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" /></a></div><p></p><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo A</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Sab 12, 13. 16-19</span></i>: Concedes el arrepentimiento a los pecadores</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 85</span></i>: Tú, Señor, eres bueno y clemente</li><li><i><span style="color: #660000;">Rm 8, 26-27</span></i>: El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables</li><li><i><span style="color: #660000;">Mt 13, 24-43</span></i>: Dejadlos crecer juntos hasta la siega</li></ul><div><b>Ángelus</b><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2005/documents/hf_ben-xvi_ang_20050717.html" target="_blank">17 de julio de 2005</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2008/documents/hf_ben-xvi_ang_20080720_sydney.html" target="_blank">20 de julio de 2008 (JMJ Sidney)</a></li><li>17 de julio de 2011: <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/07/xvi-domingo-del-tiempo-ordinario-ciclo.html" target="_blank">La parábola del trigo y la cizaña</a></b></li></ul><div><b>Homilías</b></div><div><ul style="text-align: left;"><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2008/documents/hf_ben-xvi_hom_20080720_xxiii-wyd.html" target="_blank">20 de julio de 2008 (JMJ Sidney)</a></li></ul></div><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo B</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Jer 23, 1-6</span></i>: Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 22</span></i>: El Señor es mi pastor, nada me falta</li><li><i><span style="color: #660000;">Ef 2, 13-18</span></i>: É1 es nuestra paz, él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa</li><li><i><span style="color: #660000;">Mc 6, 30-34</span></i>: Andaban como ovejas sin pastor</li></ul></div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2006/documents/hf_ben-xvi_ang_20060723.html" target="_blank">23 de julio de 2006</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20090719.html" target="_blank">19 de julio de 2009 (Piamonte)</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2012/documents/hf_ben-xvi_ang_20120722.html" target="_blank">22 de julio de 2012</a></li></ul><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo C</span></h2><div><b>Lecturas</b></div><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Gn 18, 1-10a</span></i>: Señor, no pases de largo junto a tu siervo</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 14</span></i>: Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?</li><li><i><span style="color: #660000;">Col 1, 24-28</span></i>: El misterio escondido desde siglos, revelado ahora a los santos</li><li><i><span style="color: #660000;">Lc 10, 38-42</span></i>: Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor</li></ul><div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2007/documents/hf_ben-xvi_ang_20070722.html" target="_blank">22 de julio de 2007</a><b></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2010/documents/hf_ben-xvi_ang_20100718.html" target="_blank">18 de julio de 2010</a></li></ul></div></div></div></div>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-27095352130177125992023-07-12T14:15:00.003+02:002023-07-23T11:13:23.017+02:00XV Domingo del Tiempo Ordinario<p>Textos de Benedicto XVI referidos al XV Domingo del Tiempo Ordinario.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" src="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" /></a></div><p></p><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo A</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Is 55, 10-11</span></i>: La lluvia hace germinar la tierra</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 64</span></i>: La semilla cayó en tierra buena, y dio fruto</li><li><i><span style="color: #660000;">Rm 8, 18-23</span></i>: La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios</li><li><span style="color: #660000;"><i>Mt 13, 1-23</i></span>: Salió el sembrador a sembrar</li></ul><div><b>Ángelus</b><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2005/documents/hf_ben-xvi_ang_20050710.html" target="_blank">10 de julio de 2005</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2011/documents/hf_ben-xvi_ang_20110710.html" target="_blank">10 de julio de 2011</a><b></b></li></ul><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo B</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Am 7, 12-15</span></i>: Ve y profetiza a mi pueblo</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 84:</span></i> Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación</li><li><i><span style="color: #660000;">Ef 1, 3-14:</span></i> Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo</li><li><i><span style="color: #660000;">Mc 6, 7-13</span></i>: Los fue enviando</li></ul></div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2006/documents/hf_ben-xvi_ang_20060716.html" target="_blank">16 de julio de 2006</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20090712.html" target="_blank">12 de julio de 2009</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20090712.html" target="_blank">15 de julio de 2012</a></li></ul><b>Homilías</b><br /><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2012/documents/hf_ben-xvi_hom_20120715_frascati.html" target="_blank">15 de julio de 2012 (Frascati)</a></li></ul><h2><span style="color: red;">Ciclo C</span></h2><div><b>Lecturas</b></div><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Dt 30, 10-14</span></i>: El mandamiento esté muy cerca de ti; cúmplelo</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 18</span></i>: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón</li><li><span style="color: #660000;"><i>Col 1, 15-20</i></span>: Todo fue creado por él y para él</li><li><i><span style="color: #660000;">Lc 10, 25-37</span></i>: ¿Quién es mi prójimo?</li></ul><div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2007/documents/hf_ben-xvi_ang_20070715.html" target="_blank">15 de julio de 2007</a><b></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2007/documents/hf_ben-xvi_ang_20070715.html" target="_blank">11 de julio de 2010</a></li></ul></div></div></div></div>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-42152988291432123922023-07-07T14:15:00.003+02:002023-07-07T14:15:27.369+02:00XIV Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A): El yugo de Cristo es la ley del amor (Ángelus, 3 de julio de 2011)<p>La mirada de Jesús parece extenderse hasta hoy. Promete el descanso pero con una condición: "cargar con su yugo".</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVKmScZD7MrHYn9Gch8xHbqnRn9fp_APHvdchyOhb8FzZkTXlnsgabn_58zi83NSIEGkDDZkKGLZsAWRpRwxXI-GQ3ZFsu0aCZ5f440KrtP5yhPvhnHuXtl5FRqNFW8tnk716iAY0CBJ-SoRUIv7tO-6ZvtFz8AW0OCrczayyGOrHzKNlxX5JnD15UJ4Tv/s976/yugo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="721" data-original-width="976" height="236" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVKmScZD7MrHYn9Gch8xHbqnRn9fp_APHvdchyOhb8FzZkTXlnsgabn_58zi83NSIEGkDDZkKGLZsAWRpRwxXI-GQ3ZFsu0aCZ5f440KrtP5yhPvhnHuXtl5FRqNFW8tnk716iAY0CBJ-SoRUIv7tO-6ZvtFz8AW0OCrczayyGOrHzKNlxX5JnD15UJ4Tv/s320/yugo.jpg" width="320" /></a></div><br /><p><br /></p><div style="text-align: justify;">Queridos hermanos y hermanas:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hoy en el Evangelio el Señor Jesús nos repite unas palabras que conocemos muy bien, pero que siempre nos conmueven: <i><span style="color: #660000;">«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera» (Mt 11, 28-30)</span></i>. Cuando Jesús recorría los caminos de Galilea anunciando el reino de Dios y curando a muchos enfermos, <b>sentía compasión de las muchedumbres</b>, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas sin pastor (<i><span style="color: #660000;">cf. Mt 9, 35-36</span></i>). <b>Esa mirada de Jesús parece extenderse hasta hoy, hasta nuestro mundo.</b> También hoy se posa sobre tanta gente oprimida por condiciones de vida difíciles y también desprovista de válidos puntos de referencia para encontrar un sentido y una meta a la existencia. Multitudes extenuadas se encuentran en los países más pobres, probadas por la indigencia; y también en los países más ricos son numerosos los hombres y las mujeres insatisfechos, incluso enfermos de depresión. Pensemos en los innumerables desplazados y refugiados, en cuantos emigran arriesgando su propia vida. La mirada de Cristo se posa sobre toda esta gente, más aún, sobre cada uno de estos hijos del Padre que está en los cielos, y repite:<span style="color: #660000;"><i> «Venid a mí todos…»</i></span>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">J<b>esús promete que dará a todos «descanso», pero pone una condición: <span style="color: #660000;"><i>«Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón».</i></span></b> <b><span style="color: red;">¿En qué consiste este «yugo», que en lugar de pesar aligera, y en lugar de aplastar alivia?</span></b> <b>El «yugo» de Cristo es la ley del amor, es su mandamiento, que ha dejado a sus discípulos</b> (<i><span style="color: #660000;">cf. Jn 13, 34; 15, 12</span></i>). <span style="background-color: #fcff01;">El verdadero remedio para las heridas de la humanidad —sea las materiales, como el hambre y las injusticias, sea las psicológicas y morales, causadas por un falso bienestar— es una regla de vida basada en el amor fraterno, que tiene su manantial en el amor de Dios</span>. Por esto es necesario abandonar el camino de la arrogancia, de la violencia utilizada para ganar posiciones de poder cada vez mayor, para asegurarse el éxito a toda costa. <b>También por respeto al medio ambiente es necesario renunciar al estilo agresivo que ha dominado en los últimos siglos y adoptar una razonable «mansedumbre»</b>.<span style="background-color: #fcff01;"> Pero sobre todo en las relaciones humanas, interpersonales, sociales, la norma del respeto y de la no violencia, es decir, la fuerza de la verdad contra todo abuso, es la que puede asegurar un futuro digno del hombre.</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Queridos amigos, ayer celebramos una particular memoria litúrgica de María santísima, alabando a Dios por su Corazón Inmaculado. Que la Virgen nos ayude a «aprender» de Jesús la humildad verdadera, a tomar con decisión su yugo ligero, para experimentar la paz interior y ser, a nuestra vez, capaces de consolar a otros hermanos y hermanas que recorren con fatiga el camino de la vida.</div><span><a name='more'></a></span>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-20257815858689055742023-07-06T13:38:00.002+02:002023-07-12T14:02:22.349+02:00XIV Domingo del Tiempo Ordinario<p>Textos de Benedicto XVI referidos al XIII Domingo del Tiempo Ordinario.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" src="https://1.bp.blogspot.com/-YOrBQadODWE/T4aV1iBPpYI/AAAAAAAAAjs/wrvwxHNPVtIcMbroZKEUjpLFe9F5puBugCPcBGAYYCw/s1600/Evangelio.jpeg" /></a></div><p></p><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo A</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Zac 9, 9-10</span></i>: Mira a tu rey que viene a ti pobre</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 144</span></i>: Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey</li><li><i><span style="color: #660000;">Rm 8, 9. 11-13</span></i>: Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis</li><li><i><span style="color: #660000;">Mt 11, 25-30</span></i>: Soy manso y humilde de corazón</li></ul><div><b>Ángelus</b><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2005/documents/hf_ben-xvi_ang_20050703.html" target="_blank">3 de julio de 2005</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2008/documents/hf_ben-xvi_ang_20080706.html" target="_blank">6 de julio de 2008</a></li><li>3 de julio de 2011: <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/07/xiv-domingo-del-tiempo-ordinario-ciclo.html" target="_blank">El yugo de Cristo es la ley del amor</a></b></li></ul><div><br /></div><h2><span style="color: red;">Ciclo B</span></h2><b>Lecturas</b><br /><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Ez 2, 2-5</span></i>: Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 122</span></i>: Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia</li><li><i><span style="color: #660000;">2 Cor 12, 7b-10</span></i>: Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo</li><li><i><span style="color: #660000;">Mc 6, 1-6</span></i>: No desprecian a un profeta más que en su tierra</li></ul></div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2006/documents/hf_ben-xvi_ang_20060709_valencia.html" target="_blank">9 de julio de 2006 (Valencia)</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2009/documents/hf_ben-xvi_ang_20090705.html" target="_blank">5 de julio de 2009</a></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2012/documents/hf_ben-xvi_ang_20120708.html" target="_blank">8 de julio de 2012</a></li></ul><b>Homilías</b><br /><ul><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2006/documents/hf_ben-xvi_hom_20060709_valencia.html" target="_blank">9 de julio de 2006: V Encuentro Mundial de las Familias</a></li></ul><h2><span style="color: red;">Ciclo C</span></h2><div><b>Lecturas</b></div><ul style="text-align: left;"><li><i><span style="color: #660000;">Is 66, 10-14c</span></i>: Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz</li><li><i><span style="color: #660000;">Sal 65</span></i>: Aclamad al Señor, tierra entera</li><li><i><span style="color: #660000;">Ga 6, 14-18</span></i>: Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús</li><li><i><span style="color: #660000;">Lc 10, 1-12. 17-20</span></i>: Descansará sobre ellos vuestra paz</li></ul><div><div><b>Ángelus</b></div><div><ul><li>8 de julio de 2007: <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2016/07/xiv-domingo-del-tiempo-ordinario-ciclo.html" target="_blank">El envío de los 72</a></b></li><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2010/documents/hf_ben-xvi_ang_20100704_sulmona.html" target="_blank">4 de julio de 2010 (Sulmona)</a></li></ul><div><b>Homilías</b></div></div></div></div></div><div><ul style="text-align: left;"><li><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2010/documents/hf_ben-xvi_hom_20100704_sulmona.html" target="_blank">4 de julio de 2010: Visita pastoral a Sulmona</a></li></ul></div>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-27383395884820779542023-06-30T18:39:00.004+02:002023-06-30T18:39:37.143+02:0031 de julio. San Ignacio de Loyola<p>Textos de Benedicto XVI referidos a San Ignacio de Loyola</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixLzlkswankr1jl_hxtw8S4RZhW8Re2TGN4XbItP6aMc8pk8QZMdlCim-nGk3-1tDTPhJeywHfZhfHYvqf3gffVSJi91DI5DPqKWC7csOZV4puheRm-XKzMLmwfaMscigV53p1B9xjEAlGbCXXAoUElGga6xECdzTGdBUN_FrOUaBXSBYKMpSJh-qKpNM0/s1280/san%20ignacio%20de%20loyola.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1280" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixLzlkswankr1jl_hxtw8S4RZhW8Re2TGN4XbItP6aMc8pk8QZMdlCim-nGk3-1tDTPhJeywHfZhfHYvqf3gffVSJi91DI5DPqKWC7csOZV4puheRm-XKzMLmwfaMscigV53p1B9xjEAlGbCXXAoUElGga6xECdzTGdBUN_FrOUaBXSBYKMpSJh-qKpNM0/s320/san%20ignacio%20de%20loyola.jpeg" width="320" /></a></div><br /><p><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">San Ignacio de Loyola fue, ante todo, un hombre de Dios, que en su vida puso en primer lugar a Dios, su mayor gloria y su mayor servicio; fue un hombre de profunda oración, que tenía su centro y su cumbre en la celebración eucarística diaria. De este modo, legó a sus seguidores una herencia espiritual valiosa, que no debe perderse u olvidarse. Precisamente por ser un hombre de Dios, san Ignacio fue un fiel servidor de la Iglesia, en la que vio y veneró a la esposa del Señor y la madre de los cristianos. Y del deseo de servir a la Iglesia de la manera más útil y eficaz nació el voto de especial obediencia al Papa, que él mismo definió como <span style="color: #274e13;">"nuestro principio y principal fundamento" (</span></span><i style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"><span style="color: #274e13;">MI, Serie III, I, </span></i><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"><span style="color: #274e13;">p.162)</span>.</span></p><p><span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">Fragmento del <a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2006/april/documents/hf_ben-xvi_spe_20060422_gesuiti.html" target="_blank">Discurso a los miembros de la Compañía de Jesús (22 de abril de 2006)</a></span></p>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-41246891749365950932023-06-30T18:35:00.007+02:002023-07-31T11:00:32.599+02:0025 de julio. Santiago el Mayor, Apóstol<p> Textos de Benedicto XVI sobre Santiago el Mayor, apóstol.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_LfHg1xTZQF8YEgEUxrNvNbpPVatT_h50hKX5V8efGpGWvEBnB4eca9BrPnDwxhE7p5Rpo-LZY7KfZSMhy2BU7nlT0C-79Ggfkp4h8u0ZvKKcLZOeyq-N11QKymw0x9jF5RPfuzoIraSNee8Rjqw3XcHgwEd4sHimbpl36tcMnAol9CMOp29b77kavgwv/s1094/santiagoelmayor.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1094" data-original-width="864" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_LfHg1xTZQF8YEgEUxrNvNbpPVatT_h50hKX5V8efGpGWvEBnB4eca9BrPnDwxhE7p5Rpo-LZY7KfZSMhy2BU7nlT0C-79Ggfkp4h8u0ZvKKcLZOeyq-N11QKymw0x9jF5RPfuzoIraSNee8Rjqw3XcHgwEd4sHimbpl36tcMnAol9CMOp29b77kavgwv/s320/santiagoelmayor.jpg" width="253" /></a></div><br />"Como todos sabemos, ese lugar se convirtió en objeto de gran veneración y sigue siendo meta de numerosas peregrinaciones, no sólo procedentes de Europa sino también de todo el mundo. Así se explica la representación iconográfica de Santiago con el bastón del peregrino y el rollo del Evangelio, características del apóstol itinerante y dedicado al anuncio de la "buena nueva", y características de la peregrinación de la vida cristiana".<br /><br />Fragmento de la <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/02/santiago-el-mayor-audiencia-28-de-junio.html" target="_blank">Audiencia del 28 de junio de 2006: Santiago el Mayor</a></b>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-27349861998797551012023-06-30T18:31:00.001+02:002023-06-30T18:31:10.258+02:0023 de julio. Santa Brígida<p> Textos de Benedicto XVI referidos a santa Brígida</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHHaxpXGBNoVWrbhfn48373WnRYMZl3HWSbOBkvE20S2j_rLPu6sICs3KTuPncpF-xR5t1rPhGGQ8x71q5vTk7TU4gtxZ8B5oSbLYUNjkpeW_pUYUl442uKb-yL5W4NjO8LPbU2Kil4PcJnk2g9Ia6zXPLO0fKzilhYJEGUkEy6CuBdcswJ1F2e52hQkrm/s233/Br%C3%ADgida%20de%20Suecia.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="233" data-original-width="216" height="233" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHHaxpXGBNoVWrbhfn48373WnRYMZl3HWSbOBkvE20S2j_rLPu6sICs3KTuPncpF-xR5t1rPhGGQ8x71q5vTk7TU4gtxZ8B5oSbLYUNjkpeW_pUYUl442uKb-yL5W4NjO8LPbU2Kil4PcJnk2g9Ia6zXPLO0fKzilhYJEGUkEy6CuBdcswJ1F2e52hQkrm/s1600/Br%C3%ADgida%20de%20Suecia.jpeg" width="216" /></a></div><br />"La santidad de Brígida, caracterizada por la multiplicidad de los dones y las experiencias que he querido recordar en este breve perfil biográfico-espiritual, hace de ella una figura eminente en la historia de Europa".<br /><br />Fragmento de la <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/02/santa-brigida-de-suecia-audiencia-27-de.html" target="_blank">Audiencia del 27 de octubre de 2010: Santa Brígida de Suecia</a></b>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-60928801281626933582023-06-30T18:27:00.005+02:002023-07-31T11:00:40.699+02:0022 de julio. Santa María Magdalena<p> Textos de Benedicto XVI referidos a santa María Magdalena</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgba6auhCmT0IZlsLfbLmYybPLOm2F5T0gD-lG6Sj-94PCvs1FidcSOu8eNPQGfg0XqVizsjVuNRSIigIuIRiQrKby_n_oWzKy5tTMKYjoeFemFn4heoD4wlSZJ_rz3WccaEdfpLZLlvOoHWXCiMqjD3e7FGTJgagr4Vm9nsNSyQ2pyE-tju7uLvOmjRHhl/s960/santa_maria_magdalena_22_de_julio.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="720" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgba6auhCmT0IZlsLfbLmYybPLOm2F5T0gD-lG6Sj-94PCvs1FidcSOu8eNPQGfg0XqVizsjVuNRSIigIuIRiQrKby_n_oWzKy5tTMKYjoeFemFn4heoD4wlSZJ_rz3WccaEdfpLZLlvOoHWXCiMqjD3e7FGTJgagr4Vm9nsNSyQ2pyE-tju7uLvOmjRHhl/s320/santa_maria_magdalena_22_de_julio.jpg" width="240" /></a></div><br /><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">"(...) Entre las «ovejas perdidas» que Jesús llevó a salvo hay también <b>una mujer de nombre María, originaria de la aldea de Magdala, en el lago de Galilea, y llamada por ello <span style="color: red;">Magdalena</span></b>. Hoy es su memoria litúrgica en el calendario de la Iglesia. Dice el evangelista Lucas que <b>Jesús expulsó de ella siete demonios</b> (cf. <span style="color: #660000;"><i>Lc 8, 2</i></span>), o sea, la salvó de un total sometimiento al maligno. <span style="color: red;">¿En qué consiste esta curación profunda que Dios obra mediante Jesús?</span><b> Consiste en una paz verdadera, completa, fruto de la reconciliación de la persona en ella misma y en todas sus relaciones: con Dios, con los demás, con el mundo</b>. En efecto, el maligno intenta siempre arruinar la obra de Dios, sembrando división en el corazón humano, entre cuerpo y alma, entre el hombre y Dios, en las relaciones interpersonales, sociales, internacionales, y también entre el hombre y la creación. El maligno siembra guerra; Dios crea paz. Es más, como afirma san Pablo, Cristo <i><span style="color: #660000;">«es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba: la enemistad» (Ef 2, 14)</span></i>. Para llevar a cabo esta obra de reconciliación radical, Jesús, el Buen Pastor, tuvo que convertirse en Cordero, <i><span style="color: #660000;">«el Cordero de Dios... que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29)</span></i>. Sólo así pudo realizar la estupenda promesa del Salmo:<i><span style="color: #660000;"> «Sí, bondad y fidelidad me acompañan / todos los días de mi vida, / habitaré en la casa del Señor / por años sin término» (22/23, 6)</span></i>.</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">Queridos amigos: estas palabras nos hacen vibrar el corazón, porque expresan nuestro deseo más profundo; dicen aquello para lo que estamos hechos: la vida, la vida eterna. Son las palabras de quien, como María Magdalena, ha experimentado a Dios en la propia vida y conoce su paz. Palabras más ciertas que nunca en los labios de la Virgen María, que ya vive para siempre en los pastos del Cielo, donde la condujo el Cordero Pastor. María, Madre de Cristo nuestra paz, ruega por nosotros".</p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;"><a href="https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2012/documents/hf_ben-xvi_ang_20120722.html" target="_blank">Ángelus, 22 de julio de 2012</a></p>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-12271316195439021782023-06-30T18:21:00.004+02:002023-06-30T18:21:37.567+02:0021 de julio. San Lorenzo de Brindis<p> Textos de Benedicto XVI referidos a san Lorenzo de Brindis</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisxVBjP34ZYHbA7tIXMmiOqLCVsVpQcsOZJ-oRTf3VHXQeROIhDXbI31wxkeiXAYdZ9ms_zzmdrwxBVss28KzCNSqazSToBGnmyZpo8KYSPCJ-ff5bNMZMcjnxkxyYDz_GW_stcaX6SI9T24X-otv6cuBWZxCN3TOScWMib0VKd1cWnfd_pb0TeDho7TdI/s382/lorenzo%20brindis.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="382" data-original-width="300" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisxVBjP34ZYHbA7tIXMmiOqLCVsVpQcsOZJ-oRTf3VHXQeROIhDXbI31wxkeiXAYdZ9ms_zzmdrwxBVss28KzCNSqazSToBGnmyZpo8KYSPCJ-ff5bNMZMcjnxkxyYDz_GW_stcaX6SI9T24X-otv6cuBWZxCN3TOScWMib0VKd1cWnfd_pb0TeDho7TdI/s320/lorenzo%20brindis.jpg" width="251" /></a></div><br /><br />"Gracias al dominio de tantos idiomas Lorenzo pudo realizar un intenso apostolado entre diversas clases de personas. Predicador eficaz, conocía de modo tan profundo no sólo la Biblia, pero también la literatura rabínica, que los propios rabinos se quedaban asombrados y admirados, y le manifestaban estima y respeto. Teólogo versado en la Sagrada Escritura y en los Padres de la Iglesia, era capaz de ilustrar de modo ejemplar la doctrina católica también a los cristianos que habían adherido a la Reforma, sobre todo en Alemania. Con su exposición clara y serena, mostraba el fundamento bíblico y patrístico de todos los artículos de fe puestos en discusión por Martín Lutero".<br /><br />Fragmento de la <b><a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/02/san-lorenzo-de-brindis-audiencia-23-de.html" target="_blank">Audiencia del 23 de marzo de 2011: San Lorenzo de Brindis</a></b>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5673814173996364683.post-75320842753428227272023-06-30T18:16:00.000+02:002023-06-30T18:16:00.485+02:0016 de julio. Virgen del Carmen<p>Textos de Benedicto XVI referidos a la Virgen del Carmen</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpf_iKwORdH9luOZV9HFscYOqvAkzKHFctN6vQxJ079paE43F1MSnKwxMin4_5gzZo8258dOblBCxRgGiKjcDNHmJzN_G3C5pRCnIJKfKTrRoeuVpQC8d4TsS8gCTXhAETbx5yzlNt39cPEVoVAkD87raqF87JBo0g7emOt5m7eBGor6-q2sKmAmTaRqtD/s1200/virgen-del-carmen.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="1200" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpf_iKwORdH9luOZV9HFscYOqvAkzKHFctN6vQxJ079paE43F1MSnKwxMin4_5gzZo8258dOblBCxRgGiKjcDNHmJzN_G3C5pRCnIJKfKTrRoeuVpQC8d4TsS8gCTXhAETbx5yzlNt39cPEVoVAkD87raqF87JBo0g7emOt5m7eBGor6-q2sKmAmTaRqtD/s320/virgen-del-carmen.jpg" width="320" /></a></div><br /><p>"(...) <span style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">la liturgia recuerda a Nuestra Señora la Virgen del Carmen. <b><span style="color: red;">El Carmelo</span></b>, alto monte situado en la costa oriental del mar Mediterráneo, precisamente a la altura de Galilea, tiene en sus laderas numerosas grutas naturales, predilectas por los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue <b>el gran profeta Elías</b>, que en el siglo IX antes de Cristo defendió valerosamente contra la contaminación de los cultos idólatras la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose precisamente en la figura de Elías, surgió <b>la Orden contemplativa de los "carmelitas"</b>, familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como <a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/02/santa-teresa-de-jesus-audiencia-2-de.html" target="_blank">Teresa de Ávila</a>, <a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/02/san-juan-de-la-cruz-audiencia-16-de.html" target="_blank">Juan de la Cruz</a>, <a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2023/02/santa-teresita-del-nino-jesus-audiencia.html" target="_blank">Teresa del Niño Jesús</a> y <a href="https://arraigadosyedificados.blogspot.com/2019/08/9-de-agosto-santa-teresa-benedicta-de.html" target="_blank">Teresa Benedicta de la Cruz</a> (en el siglo Edith Stein). Los carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, indicándola como modelo de oración, de contemplación y de entrega a Dios.</span></p><p style="background-color: white; font-family: Tahoma, Verdana, Segoe, sans-serif; font-size: 14.6667px;">En efecto, <b>María, fue la primera que creyó y experimentó, de modo insuperable, que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios.</b> Acogiendo plenamente su Palabra,<i><span style="color: #ffa400;"> "llegó felizmente al santo monte" (cf. Oración colecta de la Memoria)</span></i>, y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo encomendar hoy a todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo y, de modo especial, a las de la Orden del Carmen, entre las cuales recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejos de aquí, que he visitado en estos días. Que María ayude a todos los cristianos a encontrar a Dios en el silencio de la oración". (Ángelus, 16 de julio de 2006)</p>Buscando en Internethttp://www.blogger.com/profile/16269047450036686235noreply@blogger.com0